Supongamos que el tiempo no pasa tan deprisa, supongamos que las agujas del reloj deciden pararse cuando ven a nuestras sonrisas abrazarse al lado del río. Supongamos que el mundo se detiene cuando ve erizarse cada poro de tu piel y nada, nada más sucede. Y nada, nada más hace falta. Solo nuestros latidos, queriéndose. Supongamos que ya no tiemblo y que el tiempo decidió seguir cogiendo todo lo que había perdido cuando se detuvo. Y ahora la vida corre tan deprisa que ya no me da tiempo a verte. Que no podemos volver atrás, porque ese juego no lo permite el tiempo. Bastante tuvimos con lo que nos dio, con detenerse cuando todo era perfecto. Vamos a imaginar que ya no podemos hacer nada y que nos quedamos solos con el recuerdo, ¿ahora qué hacemos? ¿Qué hacemos ahora que ya no nos tenemos? Ahora, que no podemos cambiar nada… Vamos a dejarnos de suposiciones, vamos a sentir porque el tiempo pasa y una vez pasado ya no podremos suponer más.
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