viernes, 22 de febrero de 2013

Voy a deshacerme de los pasados…


Voy a deshacerme de los pasados…

Tu llevas en la frente escrito la palabra que tus ojos dicen al mirarme; futuro. Y a mi corazón lo agarra la mano invisible de siempre que tiene como nombre pasado. La que me recuerda que volver a creer puede significar volver a caer. Pero él, que es adicto a la adrenalina que recorre sus ventrículos y aurículas, cuando el amor se cuela dentro del cuerpo, no quiere dejarte pasar de largo. 

Aprendí a estar sola siendo feliz y ahora toca romper las rutinas fáciles y subirse al ring. Puede que esta vez toque ganar, pero los golpes no te los quita nadie. El enemigo siempre se defiende.
Siempre tienes dentro esa posibilidad que hace eco; Puede que esta vez sea la vez. Y también está el hecho de que se te ocurrió mezclar en una misma frase dos componentes químicos. Me definiste hablando de las estrellas. Y claro, me hiciste explotar.

Mentiría si te dijera que creo en ti porque aún no puedo fiarme. Mis cicatrices no me dejan. Aprietan cada vez que tú me hablas del mar para enamorarme.
Mentiría si te dijera que el mundo nos lo va a poner fácil. Que estoy hecha de optimismo y que sonrío más que lloro.
Pero es que te aseguro que me haces olvidarme del tiempo y eso es algo, que hace mucho que nadie conseguía. Que me da igual las madrugadas que tenga que pasar en vela, porque si es por ti nunca se malgasta el tiempo. Porque con lo grande que es el mundo tu y yo hemos venido a encontrarnos y eso es algo, que no podemos dejar pasar. O al menos sin intentarlo. 


jueves, 14 de febrero de 2013

De lo que yo creo que es el amor



Quien me estuviera viendo en este momento podría decir que estoy huyendo. Pero yo, que estoy aquí, a tu lado, te digo que no. Eso que ven es solo un cuerpo sentado en el último asiento del autobús, pero mi alma atravesó esa ventana por la que el cuerpo mira, en el momento en el que  arrancó. Y voló, y voló. Para llegar al sitio donde se quedaría para siempre. A tus pies. Siendo la sombra perpetua de tus días y tus noches. Siguiendo cada paso que das y no. Apoyándote en las sonrisas que decides regalar y las que prefieres guardar en esa caja tuya que nos separó en materia. Por eso aciertan las voces que susurrantes se acercan a ese cuerpo. De esas voces poco me llega aquí, a tu costado. Atino a percibir algún ápice de conversación que deja entrever algo de que soy gris. Y aciertan. Es parte de nuestra condición de sombra. 
A veces, pocas veces, cuando duermes apacible mi alma echa una mirada de soslayo a ese cuerpo que se marchó forzosamente y observa cómo a duras penas consigue respirar. Observa como tiene que alimentarse de otras cuerpos, alejado de su propia alma, para conseguir sobrevivir. El problema es, que el resto de almas se encuentran divididas a su vez y alejadas de esos cuerpos de los que el mio intenta alimentarse. De la misma manera que tú lo estás. 
El amor es la situación exacta en que dos almas cambian de cuerpo y el cuerpo al que viajan es el dueño, de ese alma, que habita el tuyo propio.
El problema del amor es que los cuerpos buscan otros cuerpos y no hacen caso a esas almas. Se encuentran con otros cuerpos que les ayudan a sobrevivir. Pero no hayan el alma que pueda habitarlo y a la vez sea cuerpo que habitar.
Personas a las que poder habitar hay muchas, es fácil encontrarlas. Lo difícil es encontrar esa que también te pueda habitar a ti. Lo difícil es tener la paciencia suficiente que consiga contener a tu alma en esas ansias locas de volar y así conseguir hacerla esperar el tiempo suficiente hasta que llegue el momento mágico, azaroso, y casi improbable de que el azar te ponga por delante esa casualidad exacta en que ese alma se cruce en tu camino.
Para eso no podemos dejar que sea el cuerpo quien guíe y tenemos que contener el alma dentro. Sin impaciencia. Porque sino nunca se conseguirá. 
Yo ya estoy condenada. Lloro (y no tengo ya lágrimas porque soy sombra) a los pies de un cuerpo deshabitado. Y asumo mi doble maldición de estar condenada eternamente a ser la Sombra de este vacío infinito porque mi inútil cuerpo jamas será capaz de identificar ese alma y no es lo suficientemente fuerte como para conseguir guiarla y reconvertirla. De sombra en alma. Pero a veces, cuando él. Duerme apacible y mi. Alma, yo, miro de soslayo a ese cuerpo. Triste, condenado, puedo soñar con que algún día la casualidad haga que mi ente corporal choque de lleno con un alma pura (posibilidades remotas) y que ese alma consiga (con su fuerza extrema) entrar en mi cuerpo y lograr que yo, sombra, me transforme de nuevo en alma y pueda viajar para volar hacia el interior de ese cuerpo.


jueves, 7 de febrero de 2013

Tu eras tú sin ser yo

(Transcripción de una nota de voz)


Tu eras tú sin ser yo, tu eras cualquier polvo en un albergue de Amsterdam, 
eras un amanecer con gente llegando en un albergue de Londres,
eras aquella residencia de Nueva York en la que me vi, te vi y nos vimos, 
eras todo lo que mi mirilla podría desear cuando sonaba el timbre.
Y, sin embargo, tuve que despedirme de ti mucho antes de que el mundo decidiera que tu y yo no estábamos hechos para estar juntos
Quizá podríamos haberlo imaginado pero… No sé, a veces necesitas que el mundo sea quien te diga las cosas y no tu mismo. 

Eras un corazón con un nombre distinto al norte que se impartía entre nuestros huesos. 
Eras un corazón que simulaba el sur, con miles de playas y tres atardeceres dentro de una cochera donde el mar nunca se puso. 
Tu fuiste polvo, y el sol, se hizo herida. 
Tu fuiste estrella, y mi boca, salió corriendo hacia tu despertar, para dejar de verte, porque claro, dolías.
Yo fui enchufe lejos de tus caderas y nada pudo prender. Y fui espejo y vi el alma, reflejada. Y fui luz, y tu sombra no quiso acercarse a mí. 
Yo fui pelo despeinado y tu fuiste dedos que enredan. Yo fui grifo y el agua se cerró, de golpe, dejó de salir. 
Tu eres ese lunar, en el lugar exacto en el que los dedos se quedan para siempre. 
Dejaste de ser cicatriz cuando pasaste a ser una dehiscencia de suturas. Dejaste de ser, y sin embargo, yo tuve que coexistir. Y claro luego viene la risa y te recuerda que el mundo fue feliz. Y tú sigues ahí, aislado, en tu rincón, sabiendo que el mundo puede continuar pero que tú en ese momento no estás preparado para subirte.

Fuiste pupilas verdes y el mar azul de tus ojos, que luego se creó, debió salir huyendo. La luna no quiso despedirse, porque total volvería en 24 horas. O menos. Quizá el sol… se lo planteó. Pero de ver tu número 38 decidió que ese pie debería ser su hogar. 
Pero claro, luego vino el cartel de prohibido fumar y esa toalla colgada en la puerta diciendo, sécame que estoy húmeda de llorar. Esas napolitanas pasadas, esa cerveza abierta y sin beber, esa pasta de  dientes, que no es, sin que tu le restes la mitad. Esos enchufes que se quedan solos cuando tu no estás para cargar tus cosas, cárgame, dame todo lo que no pude tener.  
Todo lo que no pude tener… Eso fuiste tú. Porque estuviste, pero no estabas. Estabas en un avión decidiendo donde querías atardecer o aterrizar, da igual, todo es caer. 
Y, sin embargo, no te gustaron mis labios. No eran lo suficiente.  Y claro, ahora vienen mis lágrimas y mis heridas vuelven a salir, vuelven a sangrar y a decirme que el tiempo está cambiando y que aquí… ya nunca es verano. 
Ya nunca, 
es verano más.