jueves, 1 de agosto de 2013

Ya no te veo

     Primero dejé de verte como antes lo hacía, de lejos, si, pero desde muy, muy adentro hasta muy, muy adentro. Ya ni siquiera te miro. 
Mi piel borró de golpe, sin apenas darme cuenta, el tacto de la tuya, que tan a fuego se había clavado. Las yemas de mis dedos no querían ni oír hablar de todas las caricias que fueron acumulando para ti. 
Tiempo después se me empezó a hacer difícil recordar bien tu voz, que tantas veces de tan lejos consiguió erizarme la piel con esos susurros para no despertar a nadie cuando todos dormían. De hecho el mundo entero dormía cuando nosotros existíamos como dos, como dos mitades separadas.
Nunca tuve tu olor, quizá sea por eso por lo que ahora me obsesiona no olvidar el olor de la gente. 
Tu sabor... tu sabor se perdió hace mucho, entre tanto amargo. 

Me quedan tus canciones, bandas y voces que descubrí gracias a ti, o que fuimos descubriendo juntos. Si lo pienso, creo que es lo único que tengo y he tenido de ti. Pero, eso no te lo devuelvo, me las quedo, porque hubo un día en el que dejaron de recordarme a ti. 


     Me he dado cuenta de que no te echo de menos, que ya no pienso en ti con la mayor de las sonrisas en mi cara y eso supone que sé que nunca te voy a dejar volver. Qué las ya pocas veces en que pienso en ti, lo hago con una ligera tristeza, creo que se llama nostalgia. Nostalgia de lo que pudo haber sido pero no fue. Y la nostalgia lleva en sí la solidez de las cosas que son irreversibles, de las cosas que ya no pueden cambiarse. 

Y como no quiero que acabes siendo solo eso que dicen algunas paredes; “el adiós que jamás aprendí a decir” o que ya no pueda conservar ni un buen recuerdo, escribo esta despedida, para decirte adiós ahora que tu olvido me pilla de vacaciones. Ya basta de ser cobarde, como dice el grande, al punto final de los finales, no le siguen dos puntos suspensivos. Hace tiempo que nos dedicamos a leernos entre líneas y sin nombres. Por eso, sigo este último juego aunque esta vez no voy a esconder el "tú" entre metáforas. Porque tú sabes perfectamente que esto es para ti. 

Son muchas las despedidas que no he podido o quizá no me he atrevido a llevar a cabo, de hecho esta misma lleva algunas semanas en el tintero, pero sin decir adiós es imposible seguir navegando. 
De otros intentos frustrados de despedidas que empecé en su momento saco estos pedacitos, quizá ahora no lo siento exactamente igual pero si los sentí:  

“Al amor de mi vida, pero no de esta vida. En esta más bien, has sido el amor de mi herida.  
Sábes que, cómo a la mitad del mundo, no me gustan las despedidas. Pero, cómo la otra mitad, a veces pienso que son necesarias. También pienso ahora, en que sabes esto porque estabas ahí aquella vez en la que no me pude despedir y tan mal lo pasé después. Fui yo quien te dijo más de una vez “no digas tonterías, conocerás a mucha gente eres muy joven” mientras tú me decías que nunca conocerías a nadie como yo. Y hoy juego a los equilibrios, a las medias tandas, que no tintas, cada cosa por su color, y te digo que es verdad que nunca conocerás a nadie como yo, pero también es verdad que conocerás a más gente. Digo esto porque es lo mismo que pienso en cuanto a ti. Nunca conoceré a nadie como tú, pero esto se debe a que cada persona es distinta. Cada conexión es completamente distinta. 
Algunas veces pienso en ti, en qué estarás haciendo y en porqué cojones no pudo funcionar esto. No sabía a qué se debía, hacia tiempo que no veía tus fantasmas reflejados en las caras de otros. Pero ahora creo que me he dado cuenta de por qué. Nunca me he despedido de ti. Y creo que va siendo hora de hacerlo, quizá nunca leas esto o quizá te lo mande en unos minutos. 
Nada será como tú, y no lo pretendo. También he de decir que es una lucha inútil por el hecho de que lo nuestro nunca fue. Nunca sucedió. Fue una idea que cada uno teníamos y tendremos en nuestras propias cabezas. No sé que es ir al cine contigo, pasear largo y tendido. Pasar una noche mirándonos a los ojos, o sin ni siquiera mirarnos. 
Quizá podría haber durado el tiempo que dura una decepción abismal, el tiempo justo para darnos cuenta de que la realidad la dejamos atrás hace cientos de años. Y sin embargo, bastaría eso para romper esta magia. Este cuento de hadas que hemos construido a base de golpes al hielo de una escultura que quizá no duraría ni un solo día de verano. Una vez escuché en una película algo así: “tengo miedo, miedo a que se suceda un momento tan perfecto que no merezca la pena seguir viviendo”, pudo ser el miedo a que fuese tan perfecto como parecía lo que nos impidió avanzar.  
Pero es más bonito quedarse con las cosas buenas, y aunque ahora no crea en nada, hubo un tiempo en el que creí en el amor, y quizá algún día vuelva a creer en él. Por eso debo ponerme en la piel de aquel yo, que si creía, y así no sentir que he perdido el tiempo y también entenderlo todo mejor, entender lo que hiciste. Que amar significa hacer lo posible, arriesgar todo si es necesario con tal de poder evitar al otro un solo segundo de dolor. Partiste en mil millones de pedacitos tu corazón. Congelaste cada uno de ellos y los enterraste en distintos puntos de este estúpido mundo sólo porque pensabas que esa era la mejor manera de evitarme un poco de dolor. Solo alguien que te ama de verdad es capaz de hacer eso por ti. Quiero creer que me amaste de verdad, porque sentirse amado es algo muy bonito, lo mismo también fallé yo por no terminar de creérmelo y eso, a su vez, nos hizo mucho daño. Así que también te pido perdón.” 

      Si alguna vez algo me recuerda a ti, miraré la pequeña ancla que me colgaré al cuello para recordarme que quedarte anclado a un pasado, puede destrozarte desde muchos flancos. 

No te asustes si ves que alguna vez nuestra historia me sirve de inspiración, no significará nada más. Ese juego ya ha terminado, al igual que esta despedida. 
Ahora si haré las cosas como deben hacerse, esta despedida si tiene un adiós, y además sin puntos suspensivos. Espero que alguna vez te quieran y quieras como nosotros no supimos querernos. Adiós. 

miércoles, 22 de mayo de 2013

A este insomnio lo llamaré nostalgia.


Y a este insomnio lo llamaré nostalgia. Nostalgia de ti.
O quizá a esta nostalgia debería llamarla insomnio.

Son las cuatro de la mañana y llevo intentando dormir desde las doce. Hay un gato que ronronea junto a mi almohada y se desvela de vez en cuando, para mirarme y decirme con los ojos, que qué clase de chiflada estoy hecha. Yo lo acaricio y le digo que vuelva a dormir, él que puede. El que tiene el don de descansar 18 horas de 24. Qué feliz sería de ser así. ¿Imaginas lo fácil que sería todo si pudiese pasar 18 horas al día soñándote? Y es que hace tiempo que los verbos tenernos y vernos perdieron su conexión.
Y hablando de verbos, que bonita era aquella época en la que todos los verbos se conjugaban con la primera persona del plural. Ahora tú te conjugas con la tercera persona. De los verbos. Y yo, casi siempre en primera. No voy a negar que de vez en cuando cambio pronombres. No voy a eximir mi culpa de que hice muchas conjugaciones en presente mientras tú te quedabas en el pasado. Pero hay un verbo que yo nunca conjugué, que nunca he sido capaz de conjugar y que tú parece, parece… no dudaste mucho. Si, el verbo querer.  

Son las cuatro de la mañana y mi nostalgia de ti no me deja dormir. Sabe que cuando despierte de soñarte tendrá más hambre. 


lunes, 13 de mayo de 2013

Destino o adverbio de posibilidad.

      Antes, en las estaciones se conocía a mucha más gente. Hablabas con uno y otro para amenizar las esperas. Ahora, sin embargo nos pegamos a estas escasas cuatro pulgadas.Dejamos de lado la vida real y nos centramos en la virtual.

Sufrí mucho con aquella historia. Sobre todo, por la decepción que me causó. Fue como una luz en medio de una oscuridad que venía tatuada en mi piel desde hacía varios años. Y se apagó de golpe. Justo cuando pensaba que lo tenía, cuando me dio los suficientes motivos y actos como para creérmelo. Debía haberme fijado más en los detalles, me tendría que haber dado cuenta de la debilidad que desprendía. Pero no lo hice y por no estar atenta me tocó patinar descalza sobre el agua de nuestro repentino deshielo. O del suyo, o del suyo que causó el mío. 
Me pregunto qué pasaría por la mente de todos aquellos desconocidos que me vieron llorar sin parar en la estación y si a alguno se le ocurrió, aunque sea por un momento, acercarse y tenderme un pañuelo como había hecho unos meses antes aquel italiano de luna de miel en el tren cuando yo lloraba porque nos despedíamos. No. En España somos más duros. O más cagados. En España nos pegamos a estas máquinas en lugar de mirar a nuestro alrededor si alguien necesita un pañuelo. 

O por ejemplo, como ese chico tan guapo que no deja de mirar desde que me senté. Ese que lleva en una mano un libro de Benedetti, que deja sonar entre sus cascos algo de Sabina, que tiene una sonrisa nerviosa preciosa y a quien no se le ocurren ya más preguntas estúpidas que hacerme. Me ha preguntado por la hora (a pesar del reloj gigante que hay justo al lado), el lugar del aseo (bien señalizado con carteles en azul eléctrico), el lugar de la cafetería (si, esa del cartel en neón verde). 
Quedarme enfrascada en mis pulgadas, en lugar de girarme y preguntarle quizá, que como ve el cambio en la trama a mitad de libro, la conversación del jardín entre los protagonistas, preguntarle quizá por su canción favorita de Sabina y que eso nos lleve a hablar quizá, solo quizá de aquel concierto de Marwan en sala b, hace dos años. Donde sin saberlo quizá estábamos prácticamente al lado. 
Que eso, nos lleve a su vez a hablar de otros locales y descubrir entre incredulidad y risa nerviosa que vamos por los mismos sitios y sin habernos visto... tal vez quedemos para tomar una cerveza al volver del fin de semana. Y quien sabe, lo mismo en ese momento pensemos: ¡el fin de semana! miremos a nuestro alrededor y nos demos cuenta de que estamos solos, que es de noche y que por supuesto, ya hace tiempo que perdimos nuestros autobuses, o nuestro autobús. 

Quién sabe, lo mismo nos quedamos serios pensando un segundo y después acabemos rompiendo a reír. Tal vez, adelantemos nuestra cerveza y reconstruyamos nuestro fin de semana. Tal vez.

Quizá, cuando el domingo por la tarde tumbada en el sofá, y aun con el sabor de sus labios en los míos, coja el móvil y vuelva a leer ese "ya te echo de menos" que iluminó la pantalla nada más escuchar el ruido de la puerta cuando se fue, quizá, en ese instante, me quede pensativa y me alegre en lo más profundo de mí, de haber guardado el móvil en silencio en el fondo de la mochila aquella tarde en la estación. Pero tal vez. Solo, tal vez.

lunes, 22 de abril de 2013

¿Qué si creo en el amor?


      Sé que estás ahí, intentando encontrarte entre mis versos, porque tú sabes verte donde te escondo, y sabes hacerlo como nadie es capaz. 
No me preguntes que por qué lo sé, ya que tú tampoco podrías responderme si te preguntase que por qué me lees.

No voy a mentir diciendo que no estás desde hace mucho tiempo en ninguna de mis metáforas. Es cierto, estás. De la misma forma en que las cicatrices están siempre en la piel, pasen los años que pasen. Porque no. Nos han engañado; el tiempo no lo cura todo, porque hay cosas que son incurables.
Estás y lo seguirás estando siempre. Porque me he dado cuenta de que te has construido tu hueco entre mis cromosomas y ya no puedes salir de ahí.  Eres mi defecto congénito predominante.
Sé que no tienes ni puta idea de lo que te estoy hablando, pero es fácil. 

Empecé a vivir desde el día en que tú pronunciaste mi nombre por primera vez. Tú corazón fue mi útero y ahí me cree, crecí cada día un poquito más alimentándome de todas las palabras de amor que me regalabas a cada instante. Que a gustito se estaba encogida en tu ventrículo izquierdo, que cálida y segura era la vida desde allí.
Era tanto lo que me dabas, que no paraba de crecer. Hasta que un día tú creíste que yo era demasiado grande como para seguir dentro de ti. Pensaste que tu corazón se me había quedado pequeño, que ya no podías alimentarme bien, que yo podría necesitar más y tú no eras capaz de dármelo y me echaste. 
En realidad fueron tus miedos a no ser suficiente los que me echaron. Sacándome a oscuras, porque eras incapaz de hacerlo sin arrepentirte mirándome a los ojos, y dejándome a la intemperie del mundo, quedándome pequeña y dulce, pequeña y débil… a solas, ante él.  

Infinitamente pequeña… tu pequeña. No te diste cuenta… pero había espacio de sobra en tu corazón porque es inmenso. Y te lo digo yo, que he estado dentro. Quizá notabas algo de presión cuando aún yo lo habitaba, pero no era yo. Yo flotaba. Era todo nuestro amor, haciendo de placenta y cordón, quien invadía cada centímetro cúbico del aire que me rodeaba.

    Cuando te fuiste, ya nada me alimentaba. Y yo me hacía pequeña, cada día que tú no estabas cerca, un poquito más pequeña, hasta casi desaparecer. Pero entonces, tú volvías y sentía como aún seguía con pulso el cordón umbilical que me había negado a cortar. A penas era un hilo, pero tú llegabas y recobraba vida, me daba vida. Yo intentaba guardar toda la que podía, tenía la esperanza de que cuando recobrase fuerzas podría usarlas para intentar volver a colarme dentro de ti. Pero, antes de que pudiera hacerlo, tú te volvías a marchar. Cómo si supieras algo de mi plan. Y yo me quedaba, aún más pequeña, más y más pequeña, hasta casi desaparecer. Y en esas idas y venidas fue cuando tuve que crear mi coraza de hielo. Ni siquiera me di cuenta. Se trató solo de supervivencia.
¿De verdad no te diste cuenta de lo pequeña que era?  Tú me dabas mucho más de lo que yo necesitaba, siempre me diste mucho más. Yo no era grande. Era nuestro amor lo que era enorme, y tu corazón. Fue tanto lo que diste que tu enorme corazón se te quedó vacío después.

Y ahora entiendo, mejor que nunca, porque tengo tatuado en el alma ese poema de Mario. Porque tú siempre fuiste el corazón y yo, siempre he sido la coraza.





Ah, y en cuanto a la pregunta del principio. ¿Qué sí creo en el amor? Qué puedo decir yo, qué he nacido en un corazón, entre oxitocina y versos de amor.




sábado, 20 de abril de 2013

Pequeñas porciones


Supongamos que el tiempo no pasa tan deprisa, supongamos que las agujas del reloj deciden pararse cuando ven a nuestras sonrisas abrazarse al lado del río. Supongamos que el mundo se detiene cuando ve erizarse cada poro de tu piel y nada, nada más sucede. Y nada, nada más hace falta. Solo nuestros latidos, queriéndose. Supongamos que ya no tiemblo y que el tiempo decidió seguir cogiendo todo lo que había perdido cuando se detuvo. Y ahora la vida corre tan deprisa que ya no me da tiempo a verte. Que no podemos volver atrás, porque ese juego no lo permite el tiempo. Bastante tuvimos con lo que nos dio, con detenerse cuando todo era perfecto. Vamos a imaginar que ya no podemos hacer nada y que nos quedamos solos con el recuerdo, ¿ahora qué hacemos? ¿Qué hacemos ahora que ya no nos tenemos? Ahora, que no podemos cambiar nada… Vamos a dejarnos de suposiciones, vamos a sentir porque el tiempo pasa y una vez pasado ya no podremos suponer más.




jueves, 21 de marzo de 2013

Rarezas y entreversos

Que mis furias se enrarezan si de repente llega tu voz y explota el corazón dentro de la urna de aquello que fue nuestra votación.
Hoy me da igual la primavera, el invierno que el verano, me importa una mierda porque tu estás aquí lamiendo mi costado. Y es que joder, que te juro que la vida no es puta si eres tú quien la habita.

 No tiene ni idea el vino de lo que  tú das detrás de esa sonrisa que conquista naciones. Y hoy Madrid y Barcelona se vuelven dos minúsculas moléculas de nada porque la música gana cualquier batalla. Que ciudad más vacía esa en la que tú no estás.

Vamos a encender la vida siendo parte del mundo en el que vives. No hay mejores venas que las que puedo palparte en cualquier esquina. Me da igual tu poesía, solo me importa tu cuerpo acariciando mis heridas. Joder, mis heridas. Eres el puto cable que me conecta con la realidad de que existes allá dónde quedas. 
No huele a nada en esta primavera que no te respira. Mi alfombra echa de menos nuestras idas y venidas tan involuntarias. Dame otro trago que necesito fuerza para seguir viviendo existiéndote. Es decir, sabiendo que estás. Quién sabe, follando en cualquier cama. Quién sabe, muriendo en cualquier amanecer que te hace patearte el alma. 

    Demasiada luz en tu universo como para no acabar ciego, demasiada poesía esconden tus estrellas en ese, tu firmamento efímero y elocuente. 
Tus opciones reprimen a la más fiera de las bestias a un puñado de mariposas borrachas de amor. 
Tu puta piel, esa es la que tiene la culpa de que desprenda palabras al andar entre tus aceras perdidas, entre versos, desubicando corazones en las esquinas de los ayeres perdidos, en cada despedida en la que los besos no reinaron más allá de aquellos maravillosos abrazos que existieron en el momento en el que todo se acaba.

Dale al éxtasis de este momento la potestad de vivir más allá de un puñado de versos sin ubicación ni opciones, sin enlace permanente.
Vamos a deshacer los quehaceres que no nos valen de nada. Vamos a bebernos hasta los pasos, incluso esos que no andan, incluso esos que ven la vida en forma de recuerdo y nada más. Esos que detienen el reloj en el instante en el que el mundo decidió que tu aparecieras.

martes, 12 de marzo de 2013

De tu luz

     No tienes ni la menor idea de lo bonita que puede llegar a ser tu sonrisa. 
Creo que jamás has llegado a imaginarte la melodía que produces con cada uno de tus movimientos. De cómo el sol se esconde cuando tu pelo brilla y de cómo decide el mundo que sus amaneceres ya no son lo más bello.
Daría un cuarto de mi pulmón izquierdo por estar contigo ahora mismo allí, en Madrid. Volcaría el mundo y lo agitaría para sacar todo hasta encontrarte, como ya hice una vez. Que no importan los miles de kilómetros que he tenido que andar y que tendremos que recorrer, porque ya tengo algo que estará conmigo para siempre; el recuerdo de tu sonrisa. De esa que se produce al mirarme y que es distinta al resto de tus 36 sonrisas.
Abrazo por las noches tu cojín para sentirte cerca, aunque ya no tenga tu olor, y ya sabes lo que dijimos de eso; estaremos separados el tiempo exacto en el que tu olor dure en él. Aunque desde que nos separamos ningún reloj ha vuelto a medir de la misma forma las horas, marchan solo hacia atrás, contando las que quedan para vernos de nuevo. Hemos transformado los hastapronto de las estaciones en una verdad y no lo que antes eran.

Estoy deseando volver a tenerte entre mis brazos y comprobar de nuevo que sí, que eres real. Pero shuu, no se lo digas a nadie, que todos sigan pensando que yo soy puro hielo. Nosotros sabremos, que aunque a veces lo sea, con él construyes tu iglú y no hay lugar más cálido en el mundo.
No sé porque pero esta vez el miedo se ha escondido. Nos teme. Sabe que somos mucho más fuertes, o lo mismo son tus ojos que derriban cada imposible con solo pestañear. En cada despertar a tu lado se deshace un nuevo dicho, y es que en ese momento dejaría para nunca todo lo que puedo hacer hoy, porque tú pasas a ser todo lo que puedo hacer. Y no te voy a dejar para mañana.

Me tomarían por loca si supieran que desde que tú te encendiste ante mí, amo los domingos solo porque los llenas, como cada segundo que tu cuerpo y el mío vienen a visitarnos. Aquí, donde viven nuestras almas. Ahora me encanta madrugar porque ya no necesitamos soñarnos. Ya no, ya nos tenemos y se está mejor despiertos, aquí donde tu luz ilumina cada segundo y cada kilómetro del camino físico que nos separa. Para que así nunca se nos olvide el camino de vuelta, aunque creo que eso es imposible.


domingo, 3 de marzo de 2013

Por el cielo de tu boca


Tengo la piel a tiras esparcida por toda la ciudad, congelándose en las esquinas y siendo mendigo de los recuerdos. Le llueve encima y qué más da si el mundo desapareció en el instante en que tú la destrozaste.

Ya no puedo hablar de sentimientos porque a penas recuerdo que eran. Tengo que mirar las fotografías que nos hicimos en aquel piso 80 para acordarme de que una vez llegamos a lo más alto. Yo volaba continuamente por el cielo de tu boca sin paracaídas ni pista de aterrizaje. Era la primavera de un año a principios del dos mil. Todo es más fácil en primavera, hasta las respiraciones que van acompañadas del aroma de las flores.  Pero las estaciones pasaron y llegó la época de lluvia. Se cerró tu cielo en una tormenta clandestina ocultando cada una de las constelaciones que me dejabas ver. 
La caída que dejó así mi piel fue brutal, menos mal que las calles no hablaron y que nos guardan el secreto y los recuerdos en las esquinas donde menos lo esperamos.

Y como el alcohol desinfecta, voy a ver que quiere esa botella de Tequila que no para de gritar mi nombre en busca de tu olvido. Mañana al despertar esa botella me recordará que no es mi alma lo único que está vacía.


viernes, 22 de febrero de 2013

Voy a deshacerme de los pasados…


Voy a deshacerme de los pasados…

Tu llevas en la frente escrito la palabra que tus ojos dicen al mirarme; futuro. Y a mi corazón lo agarra la mano invisible de siempre que tiene como nombre pasado. La que me recuerda que volver a creer puede significar volver a caer. Pero él, que es adicto a la adrenalina que recorre sus ventrículos y aurículas, cuando el amor se cuela dentro del cuerpo, no quiere dejarte pasar de largo. 

Aprendí a estar sola siendo feliz y ahora toca romper las rutinas fáciles y subirse al ring. Puede que esta vez toque ganar, pero los golpes no te los quita nadie. El enemigo siempre se defiende.
Siempre tienes dentro esa posibilidad que hace eco; Puede que esta vez sea la vez. Y también está el hecho de que se te ocurrió mezclar en una misma frase dos componentes químicos. Me definiste hablando de las estrellas. Y claro, me hiciste explotar.

Mentiría si te dijera que creo en ti porque aún no puedo fiarme. Mis cicatrices no me dejan. Aprietan cada vez que tú me hablas del mar para enamorarme.
Mentiría si te dijera que el mundo nos lo va a poner fácil. Que estoy hecha de optimismo y que sonrío más que lloro.
Pero es que te aseguro que me haces olvidarme del tiempo y eso es algo, que hace mucho que nadie conseguía. Que me da igual las madrugadas que tenga que pasar en vela, porque si es por ti nunca se malgasta el tiempo. Porque con lo grande que es el mundo tu y yo hemos venido a encontrarnos y eso es algo, que no podemos dejar pasar. O al menos sin intentarlo. 


jueves, 14 de febrero de 2013

De lo que yo creo que es el amor



Quien me estuviera viendo en este momento podría decir que estoy huyendo. Pero yo, que estoy aquí, a tu lado, te digo que no. Eso que ven es solo un cuerpo sentado en el último asiento del autobús, pero mi alma atravesó esa ventana por la que el cuerpo mira, en el momento en el que  arrancó. Y voló, y voló. Para llegar al sitio donde se quedaría para siempre. A tus pies. Siendo la sombra perpetua de tus días y tus noches. Siguiendo cada paso que das y no. Apoyándote en las sonrisas que decides regalar y las que prefieres guardar en esa caja tuya que nos separó en materia. Por eso aciertan las voces que susurrantes se acercan a ese cuerpo. De esas voces poco me llega aquí, a tu costado. Atino a percibir algún ápice de conversación que deja entrever algo de que soy gris. Y aciertan. Es parte de nuestra condición de sombra. 
A veces, pocas veces, cuando duermes apacible mi alma echa una mirada de soslayo a ese cuerpo que se marchó forzosamente y observa cómo a duras penas consigue respirar. Observa como tiene que alimentarse de otras cuerpos, alejado de su propia alma, para conseguir sobrevivir. El problema es, que el resto de almas se encuentran divididas a su vez y alejadas de esos cuerpos de los que el mio intenta alimentarse. De la misma manera que tú lo estás. 
El amor es la situación exacta en que dos almas cambian de cuerpo y el cuerpo al que viajan es el dueño, de ese alma, que habita el tuyo propio.
El problema del amor es que los cuerpos buscan otros cuerpos y no hacen caso a esas almas. Se encuentran con otros cuerpos que les ayudan a sobrevivir. Pero no hayan el alma que pueda habitarlo y a la vez sea cuerpo que habitar.
Personas a las que poder habitar hay muchas, es fácil encontrarlas. Lo difícil es encontrar esa que también te pueda habitar a ti. Lo difícil es tener la paciencia suficiente que consiga contener a tu alma en esas ansias locas de volar y así conseguir hacerla esperar el tiempo suficiente hasta que llegue el momento mágico, azaroso, y casi improbable de que el azar te ponga por delante esa casualidad exacta en que ese alma se cruce en tu camino.
Para eso no podemos dejar que sea el cuerpo quien guíe y tenemos que contener el alma dentro. Sin impaciencia. Porque sino nunca se conseguirá. 
Yo ya estoy condenada. Lloro (y no tengo ya lágrimas porque soy sombra) a los pies de un cuerpo deshabitado. Y asumo mi doble maldición de estar condenada eternamente a ser la Sombra de este vacío infinito porque mi inútil cuerpo jamas será capaz de identificar ese alma y no es lo suficientemente fuerte como para conseguir guiarla y reconvertirla. De sombra en alma. Pero a veces, cuando él. Duerme apacible y mi. Alma, yo, miro de soslayo a ese cuerpo. Triste, condenado, puedo soñar con que algún día la casualidad haga que mi ente corporal choque de lleno con un alma pura (posibilidades remotas) y que ese alma consiga (con su fuerza extrema) entrar en mi cuerpo y lograr que yo, sombra, me transforme de nuevo en alma y pueda viajar para volar hacia el interior de ese cuerpo.


jueves, 7 de febrero de 2013

Tu eras tú sin ser yo

(Transcripción de una nota de voz)


Tu eras tú sin ser yo, tu eras cualquier polvo en un albergue de Amsterdam, 
eras un amanecer con gente llegando en un albergue de Londres,
eras aquella residencia de Nueva York en la que me vi, te vi y nos vimos, 
eras todo lo que mi mirilla podría desear cuando sonaba el timbre.
Y, sin embargo, tuve que despedirme de ti mucho antes de que el mundo decidiera que tu y yo no estábamos hechos para estar juntos
Quizá podríamos haberlo imaginado pero… No sé, a veces necesitas que el mundo sea quien te diga las cosas y no tu mismo. 

Eras un corazón con un nombre distinto al norte que se impartía entre nuestros huesos. 
Eras un corazón que simulaba el sur, con miles de playas y tres atardeceres dentro de una cochera donde el mar nunca se puso. 
Tu fuiste polvo, y el sol, se hizo herida. 
Tu fuiste estrella, y mi boca, salió corriendo hacia tu despertar, para dejar de verte, porque claro, dolías.
Yo fui enchufe lejos de tus caderas y nada pudo prender. Y fui espejo y vi el alma, reflejada. Y fui luz, y tu sombra no quiso acercarse a mí. 
Yo fui pelo despeinado y tu fuiste dedos que enredan. Yo fui grifo y el agua se cerró, de golpe, dejó de salir. 
Tu eres ese lunar, en el lugar exacto en el que los dedos se quedan para siempre. 
Dejaste de ser cicatriz cuando pasaste a ser una dehiscencia de suturas. Dejaste de ser, y sin embargo, yo tuve que coexistir. Y claro luego viene la risa y te recuerda que el mundo fue feliz. Y tú sigues ahí, aislado, en tu rincón, sabiendo que el mundo puede continuar pero que tú en ese momento no estás preparado para subirte.

Fuiste pupilas verdes y el mar azul de tus ojos, que luego se creó, debió salir huyendo. La luna no quiso despedirse, porque total volvería en 24 horas. O menos. Quizá el sol… se lo planteó. Pero de ver tu número 38 decidió que ese pie debería ser su hogar. 
Pero claro, luego vino el cartel de prohibido fumar y esa toalla colgada en la puerta diciendo, sécame que estoy húmeda de llorar. Esas napolitanas pasadas, esa cerveza abierta y sin beber, esa pasta de  dientes, que no es, sin que tu le restes la mitad. Esos enchufes que se quedan solos cuando tu no estás para cargar tus cosas, cárgame, dame todo lo que no pude tener.  
Todo lo que no pude tener… Eso fuiste tú. Porque estuviste, pero no estabas. Estabas en un avión decidiendo donde querías atardecer o aterrizar, da igual, todo es caer. 
Y, sin embargo, no te gustaron mis labios. No eran lo suficiente.  Y claro, ahora vienen mis lágrimas y mis heridas vuelven a salir, vuelven a sangrar y a decirme que el tiempo está cambiando y que aquí… ya nunca es verano. 
Ya nunca, 
es verano más.


lunes, 28 de enero de 2013


El frío de Holanda se cuela por mis huesos, atraviesa capas y llega hasta mi ventrículo izquierdo dónde tu te colaste aquella noche de Noviembre. Me recuerda que, aunque en silencio, sigues durmiendo tranquilo en ese, tu rincón. Me recuerda que olvidarte es solo una misión suicida. Que los kilómetros son en vano. Este frío me recuerda a lo que tu lengua conseguía hacerle a mis orejas. Estos tres grados bajo cero no tienen nada que ver con lo que sentí en el momento en que tu piel se montó en aquel tren sin despedirse de la mía. Y sé que debajo de este metro y medio de nieve hay miles, millones de tulipanes con la sonrisa congelada. Pero ahora todo es blanco y no se pueden distinguir sus bonitos colores. Digamos que Holanda en Enero es como nosotros, un invierno que congeló la primavera. La diferencia es que aquí en Abril se empezarán a distinguir colores y el invierno le pedirá perdón, uno por uno a cada tulipán. Y yo mientras tanto me llevaré unas cuantas semillas para ver si puedo reconstruir ese jardín que dejaste destrozado cuando me nevaste...


domingo, 20 de enero de 2013

Y no dejemos que nos venzan las almohadas



Hablar del otoño es fácil. Lo que no es fácil es sobrevivir al invierno, a ese frío que se cuela por todos los recovecos de mi casa y me recuerda que te fuiste llevándote contigo el calefactor. Que da igual los millones de mantas de Ikea que me eche por encima, el frío siempre cala. 


Un día te levantas y piensas "lo he superado", pero luego ves escrito por ahí la forma en que él te llamaba y claro tu corazón te manda a la mierda y te dice que no te lo iba a poner tan fácil. Intentas salir, pero solo das pasos torpes sobre un suelo destrozado y al final acabas tambaleándote. Qué difícil es acostumbrarse a lo complicado cuando ya te habías adaptado a lo fácil. 


Mientras te dedicas a escuchar canciones tristes y leer a gente hablando del amor. Cómo si supieran lo que es amor aquellos que lo tienen. El amor se conoce cuando se pierde. Cuando sabes que nunca va a volver y aún así te dejas la ventana abierta, para que al menos entre el frío y haga con tus pies lo mismo que él cuando te rozaba. Quién lo tiene sabe lo que es la felicidad, pero el amor es drama, sí. El amor es drama. En este mundo hay que perder para saber valorar. Así de gilipollas somos. 

Y hasta que no lo pierdes, no sabes lo que es el amor. Hasta que no te levantas por la mañana miras a tu lado y ves que la cama está vacía, hasta que preparas café para dos intuitivamente y acabas tirándolo, hasta que te duchas y no tienes quién te frote la espalda, hasta que miras el móvil y no hay sonrisa, hasta que tienes que usar cojines porque ya no está su cuerpo, hasta que te olvidas de la última vez que lloraste de alegría... hasta ese momento, no sabes lo que es el amor. 


Así que nada, construyamos farsas y hagamos del mundo un lugar más tranquilo. Dediquemos las noches a vivir, sobre y supervivir al mundo externo. Y no dejemos que nos venzan las almohadas. 

Porque sino... estaremos perdidos, porque sino... estaremos enamorados. 

jueves, 17 de enero de 2013

Amor, prometo estar bien

Amor, prometo estar bien.

La dulce condena del dolor de tu ausencia
 me visita cada madrugada
recompongo el ritmo de los latidos
que dejaste esparcidos por cada rincón
al intentar salvarse de lo que fue un compás mejor
Amor, yo prometí estar bien
y juro que voy a cumplirlo

No fue fácil despedirnos, porque ni siquiera fue
Cometí el error de creer en las promesas y quererlas
Y ahora, no tengo más remedio que cumplirlas
Aunque eso suponga mutilar la primavera
y guardar tus besos, ya en blanco y negro,
en un bote de cristal sin opción a respirar
Aunque eso suponga dejar a la flor marchitarse
en aquella botella vacía de ron

Tranquilo amor, yo voy a estar bien
Aunque me duelan los pulmones de respirar palabras
sin poder exhalarlas,
yo voy a estar bien
Aunque mis manos se congelen y les sigan 
el resto del cuerpo,
yo voy a estar bien

Te prometí que así lo haría y de verdad, lo haré
Estaré bien, amor,
cumpliré la promesa
pero no podré realizar más
Porque es tu promesa lo único que hace que siga con vida


sábado, 12 de enero de 2013

Amar sin poseer

“- El amor. ¿Cómo amar sin poseer?, ¿Como dejar que te quieran sin que te falte el aire? Amar es un pretexto para adueñarse de la vida del otro, para volverlo tu esclavo. Para transformar su vida en tu vida. ¿Cómo amar sin pedir nada a cambio?, sin necesitar nada a cambio... "


Yo te juro que no quería poseerte, no a tu alma. Porque es tuya y siempre lo será. Por suerte. Preciosa y tuya. Y que a mi lado, jamás te iba a faltar el aire, porque soy capaz de darte el mío si lo necesitas. Nunca te robaría la vida, porque jamás sería capaz de perdonármelo. Te mostraría la mía tal y como es y haría que juntas inventaran un nuevo concepto de vivir; El de vivir viviendo. Un concepto donde la lluvia roce cada poro de los días inundándolos de alegría y sonrisas. Porque el gris también puede ser precioso, siempre y cuando se refleje en tus ojos. Donde el sol, sea luz en cada camino. Sea calidez junto al frío del agua del mar en invierno. Donde las nubes sirvan de reposo para los días cansados, el mismo reposo que te darían mis hombros y mis manos. Mi espalda, mi cuello… mi vida. Un concepto en el que hasta el frío, ese que tanto odias, ese que tanto odiamos, cobre sentido al ver temblar tus clavículas.

Te juro, amor, que no pediría nada a cambio. No intento negociar. Nunca me han gustado las finanzas, tú lo sabes. Me basta con que me ames y me leas poesías, como hacías, antes de besarnos por primera vez. No necesito nada a cambio porque compartir contigo la vida, es tenerlo todo.





viernes, 11 de enero de 2013

A pesar de que esto debería llevar tu nombre

¿Quién dice que la piel no puede llorar y reír? ¿Quién se atreve a decir o siquiera pensar, que mi piel no echa de menos el roce de tus dedos? Qué no importa las vueltas que den en la lavadora mis sábanas, tu olor se quedó en el colchón, clavado. 

Si, es verdad eso que dicen de que el amor está en cualquier esquina, pero es que hay veces que vuelves a esa misma esquina y solo te encuentras un puto pis de perro. Y ni rastro del amor. Supongo que la culpa fue mía porque de todo el mundo y sus esquinas yo vine a elegir tu rincón. Y mira que soy masoquista, ¿a quién se le ocurre enamorarse de alguien que lee poesía y ama el mar? También será cosa de mi masoquismo lo de llevar siempre en la mochila tu pulsera. Y tener escondidos en sitios estratégicos, que me asaltan a veces sin previo aviso, las pequeñas cosas que te dejaste cuando decidiste huir. Me asaltan así como lo hace tu recuerdo, mutilando cada risa. 

Te exigiría que me devolvieras a mi pre, a mi estado antes de conocerte, pero lo cierto es que estoy mucho mejor así. La misión de olvidarte hace que sienta que aún puedo sentir. Aunque tu no estés aquí para compartirme. Aunque tú ya estés lejos, incluso más lejos de lo que estuviste antes de haberme conocido. 
Así que digamos, que los dos nos utilizamos. Yo para quererme, tú para quererla. 


lunes, 7 de enero de 2013

Ella, él y los otros

ELLA: He decidido cambiar de piel esta mañana. Toda nueva, toda entera para ti. He decidido que tu piel y mi piel deben empezar a surcar los mares más bonitos de este planeta. La culpa es de tu sonrisa que crea vida a su paso, que crea mi vida a su paso. El tema de tus ojos, vamos a dejarlo para otro rato, o mejor, para otra eternidad. Si, vamos a dejarlo. No quiero pelearme con las estrellas esta noche, que me han traído la primavera sin haberla pedido. Todo tú, tu pelo, tus manos, tu ropa, todo... huele a primavera. Podrías ser mi métrica y mi iniciación a todo aquello que llaman poesía y yo decido llamar amor. Dejaré a nuestros labios decidir que camino debemos recorrer. Que no me importa, de verdad que no, si siento tu pecho dentro de mi, latiendo. 

ÉL: El tacto de sus palabras era como el de su piel. Esa que tanto deseaba acariciar. Suave a veces y en cambio otras, tersa y rígida, llegando a ser adictiva…
Y es que fueron precisamente sus palabras las que me enamoraron y no su piel, como se cree. Lo de su piel vino después. Su piel resultó ser la nicotina. Pero sus palabras, joder con sus palabras. Sus palabras eran mucho más que el crack. Cocaína pura que mi cuerpo acabó necesitando de una forma casi enfermiza.

LOS OTROS:
Fueron sus palabras, las de ella, las que consiguieron enamorarlo
Fue su perfume, el de él, el que consiguió enamorarla
Fueron sus corazones, los de ellos, los que decidieron bailar