jueves, 26 de julio de 2012

Durante una luna


  El sonido de tus pisadas sobre mi parquet me trajeron a la realidad de que te tenía entre las redes, esas que aprendí a tejer con noches de soledad y desengaño, esas mismas que amarran a la más salvaje bestia, aunque su efectividad se limite a una sola noche.

Esa noche eras para mi, al día siguiente saldría el sol y fastidiaría todo. Tenía que hacer de las próximas horas que teníamos por delante, todos esos meses que estaría añorando otra noche así. Tenía que, en unas horas, recuperar todas las noches perdidas en la soledad de mi almohada. Y en ese tiempo, en que duraba esa luna, tenía el justo para cambiar por ti todo el polo magnético de la Tierra.


   Esta noche me entregaría entera a ti, para por la mañana, tras una adiós, agarrada al marco de la puerta, medio desnuda, con el pelo cayéndome por la cara tras la lucha, lanzarte alguna sonrisa picarona y cerrar la puerta, y con ella esta historia.
Para después quedarme dentro recogiendo  cada pedazo de mí, reconstruyéndome para entregarme, cuando pase el tiempo de rehabilitación necesario, a cualquier otro. 
Solo durante una luna. Y así, sobrevivir.


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