viernes, 29 de junio de 2012

           Quiero ser tu albornoz cuando salgas de la ducha, tu almohada en la cama, tu vaso de leche para relajarte antes de dormir, quiero ser tu manta y por la mañana tu despertador. 
Que te despiertes y me des los buenos días con más ganas aún de las que me diste las buenas noches. Que el número de día que amanece según el calendario, lo marquemos con esos besos de buenos días. Quiero interrumpirte cuando prepares las tostadas, ser la mermelada dulce de tu mañana. O la sal si no te apetece ese día algo dulce.


Después quiero hacerte el nudo de la corbata, mientras me miras fijamente a los ojos. Que me ayudes con la cremallera del vestido notando tus dedos subir por mi espalda
y atribuirle al roce de tu piel toda la culpa de que se erice la mía, incluso cuando no me tocas. También quiero que me ayudes a terminar la maleta. Que hagas que me olvide de los por si acaso, hoy y siempre. Y me centre en lo importante, hoy y siempre. 
Bajemos las escaleras peleándonos por quién conduce ese día. Que gane yo y a medio camino te pida que cambiemos para dormir. Aunque no me duerma y me limite a mirar el paisaje mientras los Vetusta se funden con el sonido del aire que entra por mi ventana abierta y se funden en mi cara, al igual que ese aire y al igual que tu olor, cerrar los ojos y disfrutar de esa mezcla de sentidos. Sin pensar en nada más.

    Quiero ser tu mapa, quiero que mi cuerpo sea tu mapa y también tu libreta, que con cada roce de tus dedos escribas sobre mi piel, todas las notas importantes. Quiero tatuarme en tu piel para quedarme ahí para siempre.Quiero que paremos donde te pida para hacer fotos y que seas mi modelo. Aunque no haga falta imágenes para recordar cada detalle de tu sonrisa, para recordar que cuando lo haces se arrugan ligeramente tus mejillas formando una onda expansiva, cómo cuando tiras una piedra al agua. Quiero ser el motivo de tus sonrisas y del brillo tus ojos. Ser el aire que se exhala en el segundo exacto que le sigue al momento en el que una gran carcajada te deja sin respiración.

Quiero que no te pienses ni un segundo lo de desnudarme cuando lleguemos al río que dijimos. Que no se atasque la cremallera del vestido y no te importe tirar esa corbata cara que te regalaron. Y correr a toda velocidad hasta el filo mientras nos reímos, ya desnudos, para justo un segundo antes de saltar frenar de golpe y mirarnos a la cara. Cogernos de la mano, cerrar los ojos y… saltar, como apostamos. Saltar hoy y siempre.


¿Capaz o incapaz?

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