viernes, 25 de mayo de 2012


Y saltar de mi tejado al tuyo. Porque hoy soy gato. Y siempre. Pero hoy más

Y notarás mis uñas clavadas en tu espalda desmontando la amargura de este día, nuestro aliado y al mismo tiempo enemigo será el silencio de las madrugadas. Tan caprichosas y especiales. Y ambos somos conscientes de que somos un amor adolescente.

 Cargado de locura, pasión y ganas de vivir. 

    Y que cuando pase, quién sabe cuanto tiempo. Desclavaré mis uñas de tu espalda y descorreré la ruta de los tejados. 

Me quitaré el disfraz de gato y volveré al calor de mis sábanas y al cobijo de mis cascos

    Y cuando pase, quién sabe cuanto tiempo, me despertaré. Y ante mi habrá un nuevo día, me preguntaré si combatirlo con café o alejarme de esa droga. Y posiblemente me olvide de que anoche olías tan bien que me olvidé el mundo.  
Eres esa noche de borrachera, esa droga que te eleva al piso más alto de un gran edificio. Y cómo toda droga tienes su periodo de latencia, en el cual me envuelves en el éxtasis más alocado y extremo

Después el descenso, dónde dueles. Y la resaca, dónde me doy cuenta que lo peor de tenerte no es el dolor de cabeza que dejas después sino encontrarte con la realidad

Encontrarte con el hecho de que no se puede vivir siempre bajo el efecto de esa droga, que se pasa.  

Y que no te volveré a probar, esa falsa promesa de “no beberé más”. Hasta que bebo, hasta que caigo de nuevo...


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