Me
perdí con tu piel dónde no pudo vernos la inocencia, decidí claudicar ante la
belleza irreductible de tus ojos. Y mírame, que mal se ha portado el tiempo
conmigo. Y mírate, que enserio se lo tomó contigo. Durante dos vidas y tres
suspiros creí ver en tu mirada el futuro del mundo. Me di la vuelta, solo
durante el tiempo exacto en el que dura una respiración y un tornado decidió arruinar
la ciudad dónde creció el tiempo y se alejó del amor.
Los
amaneceres de tu espalda dejan clavado a fuego el calor de cada beso, sellan
con vehemencia el pacto impronunciable que hicieron nuestras pieles sin nuestro
consentimiento. Voló la libertad más allá del cielo, sin importarle nada, solo
quería desplegar sus alas y allá que va, haciéndonos sentir libres en cada
vuelo.
De
alientos se crearon hilos musicales que romperían el silencio, al chocar con
las gotas saladas que resbalan por las caras de los ojos tristes que cierran al
caer la tarde. Y así deshacen el invierno entre calores improvisados y colores
desmedidos. Las promesas y los juramentos se batieron a duelo y fue la piel
quien decidió que ninguno merece ganar al no ser capaces de cumplirse.
Asaltemos
tempestades, que los ríos tengan de que hablar.
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