martes, 18 de diciembre de 2012

De lo que no dice el cielo


Me perdí con tu piel dónde no pudo vernos la inocencia, decidí claudicar ante la belleza irreductible de tus ojos. Y mírame, que mal se ha portado el tiempo conmigo. Y mírate, que enserio se lo tomó contigo. Durante dos vidas y tres suspiros creí ver en tu mirada el futuro del mundo. Me di la vuelta, solo durante el tiempo exacto en el que dura una respiración y un tornado decidió arruinar la ciudad dónde creció el tiempo y se alejó del amor.

Los amaneceres de tu espalda dejan clavado a fuego el calor de cada beso, sellan con vehemencia el pacto impronunciable que hicieron nuestras pieles sin nuestro consentimiento. Voló la libertad más allá del cielo, sin importarle nada, solo quería desplegar sus alas y allá que va, haciéndonos sentir libres en cada vuelo.  

De alientos se crearon hilos musicales que romperían el silencio, al chocar con las gotas saladas que resbalan por las caras de los ojos tristes que cierran al caer la tarde. Y así deshacen el invierno entre calores improvisados y colores desmedidos. Las promesas y los juramentos se batieron a duelo y fue la piel quien decidió que ninguno merece ganar al no ser capaces de cumplirse.
Asaltemos tempestades, que los ríos tengan de que hablar.

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