Epigrama con muro
Entre tú y yo/mengana mía/ se levantaba
un muro de Berlín hecho de horas desiertas
añoranzas fugaces
tú no podías verme porque montaban guardia
los rencores ajenos
yo no podía verte porque me encandilaba
el sol de tus augurios
y no obstante solía preguntarme
cómo serías en tu espera
si abrirías por ejemplo los brazos
para abrazar mi ausencia
pero el muro cayó
se fue cayendo
nadie supo que hacer con los malentendidos
hubo quien los juntó como reliquias
y de pronto una tarde
te vi emerger por un hueco de niebla
y pasar a mi lado sin llamarme
ni tocarme ni verme
y no obstante solía preguntarme
cómo serías en tu espera
si abrirías por ejemplo los brazos
para abrazar mi ausencia
pero el muro cayó
se fue cayendo
nadie supo que hacer con los malentendidos
hubo quien los juntó como reliquias
y de pronto una tarde
te vi emerger por un hueco de niebla
y pasar a mi lado sin llamarme
ni tocarme ni verme
y correr al encuentro de otro rostro
rebosante de calma cotidiana
otro rostro que tal vez ignoraba
que entre tú y yo existía
había existido
un muro de Berlín que al separarnos
desesperadamente nos juntaba
rebosante de calma cotidiana
otro rostro que tal vez ignoraba
que entre tú y yo existía
había existido
un muro de Berlín que al separarnos
desesperadamente nos juntaba
ese muro que ahora es sólo escombros
más escombros
más escombros
y olvido.
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-Si la solución está en nosotros, quizá el problema también lo estuvo.
Imaginad una gran hamburguesa. Uno de esos menus big noseque o Mac no sé cuanto.
Creo que durante toda la vida nos alimentamos de amores basura. Llenos de todo tipo de emociones concentradas, de historias intensísimas y de lo más, peliculeras y alocadas que puedan existir.
Porque el cuerpo las pide, nos lo venden tanto que creemos necesitarlo. El apetito emocional pide a gritos cariño, ser amado... En definitiva; que alguien valore lo que uno mismo no es capaz de valorar.
Y por eso hemos ido nutriéndonos y agarrándonos a cualquiera que aporte esa aparente fuerza.
Pero con cada amor basura, cada amor de almuerzo basura, de cena basura o lo que es peor… con ese amor de desayuno basura recalentado en el microondas de la noche anterior, el corazón va llenándose de mierda. Señoras, señores,... va a ser verdad eso que dicen de que; "hasta que no aprendes a quererte a ti mismo, no podrás querer a nadie".
A veces, tienes que llegar al fondo para poder darte cuenta de que ya no puedes seguir bajando, que no hay más, y que ahora ya no queda otra que subir. Pero es tan jodido ser valientes, que agarrarse a excusas es la opción más sencilla. Quedarse anclado a ellas, es una forma más del miedo que da enfrentarse a uno mismo. Del miedo que da, darse cuenta de que solo estás retrasando el momento. El momento de decirse "soy lo mejor que me ha pasado en la vida y voy a empezar a hacer, desde ya, lo que esté en mis manos por hacerme feliz".
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