De que manera mi mundo, nuestro mundo, el mundo que nos conocía, que nos conocía siendo "mucho más que dos", de que manera este gran agujero negro llamado tiempo es capaz de hacerlo desaparecer, cómo si jamás hubiese existido.
Siento un vacío mientras ese libro viejo, que compré en una feria de segunda mano, me sonríe desde el "Tu y yo" que reza su lomo y pienso en cuando fuimos tu y yo. Y se me antoja tan lejano que ni siquiera sé si fue real o si en efecto, me sucedió. Es como el recuerdo de una película que viste hace mucho tiempo.
Esto me hace pensar en si pasará lo mismo con el resto de cosas, con las cosas que ahora, o hace poco, me han parecido tan reales.
Como dicen por ahí "no estamos distantes, estamos distintos". Nuestras vidas han cambiado. Han cambiado tanto desde que nuestra inocencia fue golpeada tan de lleno. Desde que le cortaron las alas a aquel sueño que tuvimos y que saltó del nido para volar, demasiado pronto quizá. Sí, sé que sabes que los kilómetros nunca nos han alejado, que no ha importado cuantos nos separen, porque esto siempre ha sintonizado con otra frecuencia. Pero ahora se avecinan muchos más kilómetros. Y aunque nunca nos hallan separado, esta vez es diferente. Yo soy diferente. Y todo lo que me espera va a hacer que cambie aún más. Ni siquiera yo conozco las magnitudes de este cambio.
He escalado una gran montaña, yo sola, y no sabes, lo mucho que me ha costado hacerlo. Sé que desde allí me esperan unas vistas magnificas, y que además a veces, creo merecer.
Pero aún no estoy en la cima, me queda mucho camino por recorrer, aunque ya estoy lo suficientemente alta como para poder empezar a apreciar el paisaje y también lo tortuoso del camino que ya llevo recorrido. No has estado para ayudarme, y a veces me molestaba. Pero sé que era algo que yo debía hacer sola, para endurecer mi coraza, para hacerme más fuerte.
No sé por qué te cuento todo esto. Quizá tu también te lo preguntes. Supongo que es porque hoy estoy melancólica con mi pasado, y con mi presente, porque pronto, gran parte de él, acabará convirtiéndose en pasado también.
Supongo que sé como hablarte y que quizá así consiga sacar algo de lo que ahora me afecta.
Por otro lado, una gran parte de mi, siempre ha pensado que nunca has existido. Que solo has sido el reflejo de un anhelo. Algo que yo he creado, una idea o ideal. Y por lo tanto, hablar contigo es igual que hablarme a mi.
Hay tantas cosas que he dejado atrás... como a ti, hace ya tanto tiempo. Sí. Te olvidé. Y me costó una parte de mi vida, pero lo hice, a pesar de que pensé que jamás sería capaz.
Lo que hoy me pasa es una mezcla de nostalgia y melancolía, de lo que ahora me dejo atrás.
A veces, necesitamos pararnos y hablar con nuestra melancolía. Yo aprendí a hablar con la melancolía de ti hace mucho. Y me es sumamente fácil. La melancolía del presente que se está convirtiendo en pasado, es demasiado reciente como para poder conversar con ella aún. Tu ya sabes que necesito mi verano, para derretir poco a poco todo este glaciar. Y claro, aún estamos en primavera, y el invierno solo acaba de pasar. De hecho, aunque los meteorólogos me tomen por loca, ahora se avecina una gran tormenta de nieve, y yo no sé cuando saldré del iglú... ni de que manera.
Esta vez, no me pilla por sorpresa, de hecho, ya las echaba de menos. Yo soy de hielo, para bien o para mal, y tanto verano me estaba haciendo desaparecer. Pero esta vez, he cogido provisiones. He encendido fuegos dentro de mi, esta vez no quiero congelarme del todo. Esta vez no quiero que el deshielo arrastre todo sin consideración. Esta vez quiero ser yo quien decida que soltar.
Me ha costado mucho aprender donde se encuentran mis puntos cardinales, aunque todavía me pierda a veces en el camino hacia ellos. Pero ya sé donde está mi sur, mi bonito sur, y que no puedo siempre perder mi norte. Que hay que bailar con los equilibrios y domesticarlos un poco. Que de vez en cuando vienen bien la tranquilidad del este o el oeste. Aunque no sean mi especialidad. Y ahora, tras este paréntesis, que tanto ha calmado los tornados y nevadas dentro de mí, después de sanar heridas y retirar escombros, vuelvo a resurgir. Vuelvo a enfrentarme al mundo, y lo hago con fuerza, con ganas y con la "valentía" de aquel que decide VIVIR. Que decide apreciar el bonito don de estar aquí.
Pero, aunque la mayor parte del tiempo quiera comerme el mundo, no puedo evitar sentir, que a veces es el mundo quien me come a mi. Es tan grande, y yo, y al final te voy a dar la razón, soy tan pequeña.
De repente me asalta la tristeza, que no las dudas. Sé que es lo que quiero hacer, sé que tengo que hacerlo por mi. Pero dejo tanto atrás, que aunque me compensará, no puedo evitar ponerme un poquito triste. Ya sabes lo dramática que me pongo a veces.
Pero tengo una coraza muy muy dura, la cual ya se más o menos como abrir, y que debo utilizarla a mi favor. Y mi tamaño no debe importar (aunque hay tamaños que si que importan...)
Una persona es grande, en medida que su corazón lo es. Y el mio crece día a día, lo noto. Ahora me toca a mi, seguir aportándole la temperatura y alimento que necesita para que pueda seguir haciéndolo. Espero saber como cuidarlo.
Y bueno, ya no sé que más decir, busco huecos para despedirme de cada persona, también debo buscarlos para despedirme de mí. De esta parte de mí que aún no sé ni sabré, si es solo eso, una parte de mí, o si fuiste tan real como parecías. Quizá ya nunca te vuelva a hablar, a utilizarte para colarme dentro de mí. O quizá sí.
Lo cierto es que no puedo saber nada de esto y tampoco me incomoda, hay tantas cosas que no sé.
Y es tanto lo que me queda por aprender...
Así que nada, te dejo, que dentro de nada suena el timbre y me toca volver a clase.
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