Son las 6 y media de la mañana de un martes “cualquiera”, las comillas… vienen dadas porque realmente no es un martes cualquiera. Acabo de cometer la mayor locura de mi vida, eso y que he perdido el coletero del pelo.
A esta entrada debería titular mis huidas y yo, pero no sería tan fácil como eso. De nuevo he vuelto a huir antes de que el amanecer cayera sobre mí. Pero esta vez la cama tenía nombre, no uno puesto al azar y ese nombre es el de una de las personas más importantes de mi vida. A eso le añadimos un componente que llamaremos X que hace de todo esto algo aún más insólito y digo insólito porque no se me ocurre otro adjetivo pero os aseguro que podría ser muuuuchoo más grande. Pero aún no estáis preparados para eso. (A veces siento que la gente no está preparada para mí, que duro es eso).
Supongo que cuando pase el tiempo acabaré llamando a esto “las locuras de mi adolescencia”. (He de darme prisa a cometerlas todas ahora porque mi adolescencia realmente ha acabado y mucho estoy justificando con ella, aún así, digamos que en un futuro lo acabaré llamando así). Pero el tiempo no ha pasado y yo estoy aquí, intentando vomitar sobre este archivo de Word todo lo que no he sido capaz de vomitar sobre el wáter. El alcohol y mis tormentos un coctel molotov para el estómago. Y de nuevo huir, lo peor… es que la huida no es la más grande.
Este pequeño glaciar (que soy yo) tiene mil y una ideas suicidas y de escape que se ponen en marcha aleatoriamente. Y me parece que la inercia va a mover la peor de todas. Ganas de potar venir a mí, todo sería más fácil. (Deja de leer esto joder, no sé hasta qué punto te puede trastornar o herir).
Dios, ¿por qué estoy tan sumamente loca? ¿Por qué el calibre de mis locuras a veces hay que medirlo en kilómetros y se queda corto? Y pensareis. Oh si, comete locuras, eres joven en las locuras está la esencia de la vida. Pero no, hay locuras que es mejor no cometer. Y os aseguro que esta es la número uno de esa gran lista de cosas “Por no hacer”. Y nada, por motivos que ni siquiera yo misma entenderé la he acabado cometiendo y lo peor de todo es que ahora me encuentro dentro de un caótico bucle que ni yo entiendo ni creo que entienda en la vida. A eso se suman factores extras potenciados por recuerdos. Resumiendo no sé ni que mierda he hecho ni porque he decidido hacerlo con justo esa persona con la que tanto tengo que perder. Me estoy volviendo loca. Encima ahora ese maldito invento llamado “whatsapp” me está incitando a un nuevo pecado, un pecado mucho menos capital pero que sería en realidad como método de limpieza del anterior. Y, ¿cómo peco de un nuevo pecado por el hecho de olvidar el anterior? Este bucle podría ser aún más caótico, sin fin y sin escusas.
Encima acabo de decir la mayor gilipollez y lo que no quería decir pero en el fondo pensaba:
-¿por qué te vas?
- Me voy antes de que se haga de día
¿No os pasa que piensas; “no digas eso, no digas eso, no digas eso” y lo acabas diciendo? Pues vale cagada elevado al cubo, lo he acabado diciendo. Y vale, realmente es una tontería mentirme. Realmente es una tontería mentirte. Me conoces y a veces creo que mejor que yo. A partes iguales como la valorización (me valoras pero incluso más que yo). Y aunque te dijera la escusa más creíble en árabe tú sabes porque me he ido. Tu sabes mi nivel de saturación e incluso creo que puedes saber más de lo que yo sé incluso me tiento a preguntarte que será de mi mañana porque eso es algo que yo no sé pero que tú quizá intuyas o más o menos predigas. Y por predecir imagino un aluvión de dudas y de ralladas. Si ya es ahora y las noto sobre mi espalda, no sé qué será de mi mañana. O quizá sea pasto del hielo y simplemente congele este momento en la recamara de “los momentos que no deben ser nombrados hasta que este cuerpo se adapte”.
Y por un nuevo segundo me paro entre tanto borbotón de palabras y vuelvo a pensar. Locuras, locuras everywhere. Dios. ¿Cómo he sido capaz? Y ante la siguiente pregunta la de “¿será verdad que he hecho esto? Mis hinchados labios con esa sensación de haber besado no me dejan lugar a dudas.
¿Soy fácilmente influenciable? Quizá todo esto no tenga nada que ver con eso, o quizá sí. Oh dios, por momentos pienso que me estoy volviendo loca y quizá esa congelación sea lo que más necesite. Si, quizá lo mejor sea guardar esto en esa estantería del congelador y olvidarlo. Quizá algún día cuando menos me lo espere salga y me pille por sorpresa o quizá no. Vale paro, esto no me lleva a ningún sitio, como a ningún sitio me llevó. Y creo que titularé a esto “las locuras de las noches de invierno”, lo guardaré en la carpeta “necedades” a pesar de que sé que debería ocupar su sitio en la carpeta “material de blog” más que nada porque ya vale de ocultarse, aunque no me creo esta escusa porque a fin de cuentas y a pesar de las “x” palabras que lleve vertidas sobre esto aún no os he contado nada, y dudo que lo haga, nunca. A nadie. Miento, algún día lo haré pero no será aquí, ya es pasarse. Dios, estoy loca.
Son las 7 de la mañana y la pregunta “¿qué he hecho?” me sigue retumbando en la cabeza, cual asesina en serie. Menos mal que no existen Horacios en España, me descubriría a la primera. ¿Mi delito? Siendo optimistas “vivir sin miedo” aunque no. No puedo presumir de eso. He oído tantas veces la expresión “no pienses, no pienses” esta noche, durante. Que digamos que en el fondo ha sido un dejarme llevar pero no del todo. Oh dios, repito. Me estoy volviendo loca.
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Ahora sin pelos etílicos en mi lengua os cuento que ya tengo la sensación de que "nada es para tanto" que " a lo hecho pecho" y que las locuras están para cometerlas. Me reiré de aqui a un tiempo más de lo que lo hago ahora a veces. Porque no es más que eso "locuras" jaja.
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