lunes, 2 de enero de 2012

Inicio... o mejor dicho Reinicio

Bueno... Después de tirarme dos días intentando adivinar la cuenta y contraseña de mi antiguo blog (con resaca denodormir encima y todo) sin éxito, me doy por vencida y abro uno nuevo. Alguien (de cuyas conversaciones quizá hable algún día, quizá, solo quizá) me ha dado la idea (idea de "una persona muy observadora") de empezar otro blog, anónimo para "librarme de mis miedos". Quizá tenga razón y lo que necesite es esconderme en el anonimato y publicar desde la sombra pero soy una cobarde... que digo... soy una COBARDE así con mayúsculas, y soy valiente para decir que soy cobarde y la cobardía muchas veces es un defecto.

Perdón... estaba cambiándome de sitio en el tren con lo que conlleva mover la cámara, el portátil y el baúl [dícese de un intento de maleta normal pero que movido por el factor "hacer a última hora, la que por cierto fueron las 3 de la mañana del día antes de salir" llevó a que echase todo tipo de chorradas inútiles dentro del maletón, cosa que me pasa siempre, no sé de que me sorprendo ni sé porque no cambio, pero bueno]
Moraleja: no sentarme donde me de la real gana.

Como decía la cobardía muchas veces es un defecto y como todo defecto que se tiene hay dos opciones; la primera es intentar modificarlo (posiblemente no eliminarlo, porque es prácticamente imposible) e intentar mejorar y la segunda es asimilarlo, saber tus límites y tenedlo en cuenta. Como en la vida todo hay que probarlo yo, que considero que según que defectos viene bien intentar apaciguarlos, voy a intentarlo.
Así que me mantengo con mi identidad, intentaré en mis momentos de valentía hacer publicidad de este blog y lo siento si algún día alguien se mete y en la pantalla del ordenador aparece un "Lo siento pero la dirección que ha escrito no existe" eso, posiblemente signifique (posiblemente no: signifique) que este intento ha fracasado. Pero bueno, hay que intentarlo ¿no?

Mi creatividad es más de manifestarse en grandes cosas, en textos largos o como mínimo en frases, pero para los pequeños nombres siempre me ha costado más. Así que mantengo el título del blog y en la medida de lo posible la dirección. Pondré una entrada general con todos los textos del antiguo blog (que la verdad, tampoco son muchos… cobarde cobarde, señalándome con el dedo). También pondré la última entrada que tenía esperanzas de ser la de cambio, de hecho la titulé “Aquel cambio”. Fue antes de darme cuenta de que no me acordaba de la contraseña. Oye la gente del tren se está empezando a asustar por eso sonido de mi tripa, ¡muahaha soy un zombie y vengo a por vosotros! Si… veo demasiado Walking dead. Así que nada, voy a desayunar, ya me esperaré a hacer trasbordo. Llorar un poco y vuelvo aquí.

Bueno ya estoy en la estación,  sin llorar, casualmente sentada en el mismo sitio donde me partí en mil pedazos el año pasado, en realidad hace unos días #chistefacil. Y la diferencia es brutal, sigo manteniendo un nudo en el estómago más que nada por los recuerdos. Estuve una hora y media aquí sin hacer ninguna otra cosa que mirar alrededor, pensar y llorar, es normal que no me queden muy buenos recuerdos. También fue el sitio donde te vi por última vez, quizá sea el último sitio donde te vuelva a ver, no creo, pero puede ser. Donde te negué un último beso, de lo cual no me arrepiento y donde compré un billete solo ida. Ahora cuando me han preguntado ¿Solo ida? He dicho un sí seguro, más bien consciente y consentido. Pero aquel sí fue distinto, fue un sí con consecuencias, fue un sí que me transportaba a la realidad, que me decía “asúmelo, ha salido mal. Asúmelo, te vas. Asúmelo, te has equivocado” mierda, es que soy masoca, ahora si que vienen las lágrimas. Y el sol, casualmente a la vez que escribo esto, ilumina la ventana del fondo y me hace ver que el  está ahí, afuera, esperando. Y mierda, otro golpe un hombre viene a mi lado y se detiene mirándome y se acerca lentamente y yo que estoy con la cabeza agachada escribiendo esto no veo su cara y cuando miro. Veo que no es él. Y pienso de nuevo, que tonta. No es él, no va a ser él. Ni siquiera sabe que estás ya aquí, ni siquiera sabe que está a solo una hora de perderte o bueno quizá de que seas infinitamente más difícil de volver a conseguir. O quizá me miento y sea exactamente igual. Perdono fácil. Me cuesta olvidar y habrá quien piense “quien no olvida no perdona, no es un perdón de verdad” y quizá tenga razón y mis perdones no son de verdad. Pero son sinceros, yo perdono de corazón, pero igualmente no tengo la culpa de que este no olvide. Y muchas veces quisiera que lo hiciera que olvidase todo (y no, como pienso a veces, por esos recuerdos felices que me hacen estar triste, que si se piensa bien es mejor no olvidarlos porque son buenos aunque produzcan melancolía)  sino por aquellos malos, por esos errores que cometemos las personas y de los cuales luego nos arrepentimos. Yo los entiendo, los comprendo perfectamente, pero es el señor bombeante quien no se olvida muchas veces, por mucho empeño que le ponga. Y no puedo evitarlo, aunque quiera.

Y este sitio no es el correcto, me tapa justo el lugar donde señala la vía que tengo que coger. Tengo que empeñarme, moverme para poder verlo y eso pasa muchas veces en la vida. Que nos empeñamos porque algunas cosas salgan bien, hacemos esfuerzos sobrehumanos por conseguir lo que verdaderamente y de corazón deseamos (pobre corazón, lo estoy machacando hoy, bueno y siempre) y quizá sea eso de lo que hablan. Y quizá por fin me doy cuenta (me encanta empezar frases con un “y…” no es que sea lerda y no tenga ni idea de escribir, que no es tampoco que tenga mucha) como decía quizá sea eso de lo que hablan. Esa típica frase que todos hemos escuchado alguna vez “si realmente quieres algo de corazón todo se moverá para conseguirlo” o algo así… “solo tienes que desear algo de verdad para conseguirlo” y siempre pensamos “yo deseo muchas cosas de verdad y no consigo nada”. 

Puede ser simplemente que se consiga porque hacemos todo tipo de esfuerzos sobre humanos para conseguirlo, porque todo nuestro ser nos mueve a ello.
Aunque también puede ser que me esté equivocando y que realmente si algo “no fluye” no hay que motivarlo en exceso, no hay que hacer todo tipos de esfuerzos. No sale, es por algo. Casualmente se acaba de caer una niña a mi lado, eso me ha hecho salir de este ensimismamiento y yo que soy a veces muy del destino y otras nada, pienso que se puede tratar de una señal de algo que me diga “esto último que has escrito no es acertado”. No lo sé.
Y prefiero no pensarlo ahora, porque si de mis dos opciones la primera fuera la correcta, la de “Puede ser simplemente que se consiga porque hacemos todo tipo de esfuerzos sobre humanos para conseguirlo, porque todo nuestro ser nos mueve a ello”  quizá me levantaría de esta silla, le enseñaría una teta al que vende los billetes (¿cómo se llaman los que venden los billetes?) o lo que hiciera falta para que me cambiase el billete que acabo de comprar. Por cierto, estos días he estado apurando al máximo el momento de irme, esperando ilusamente que te dieras cuenta, que cambiaras de idea y me llamaras, dejases todo y vinieras a por mi, me pidieras que pasase algún día más aquí o quizá (esto lo ilusiono ahora) te vinieras conmigo, como compensación y pasásemos unos días increíbles (como compensación también) pero ahora no sé, ha sido llegar aquí y darme cuenta de que eso no va a pasar. Pero sin pensarlo, ha sido un convencimiento inconsciente. He ido directa a comprarme el billete, sin pensarlo en absoluto, sin esperar más.Miento, aunque no del todo. Nada más subir he  buscado tu cara entre la gente, aunque eso ha sido un gesto inconsciente.

Como decía, si pensase lo primero quizá haría todo lo posible por cambiar el billete y me iría directa a buscar a Fede. Cosa que barajé completamente en serio hace un par de días y que no llegué a hacer por el tema de combinaciones de bus/tren/horarios, no por miedo o por mí. Cosa que quizá algún día tendré que agradecer o por el contrario maldecir. No sé. Pero que ya, ha sido así.

 Y respiro profundamente, puedo completar respiraciones. Esto quiere decir que pierdo agobio, que me relajo, que me despejo, que me siento mejor, que me vacío al vomitar sobre este archivo Word. Hay estudios científicos que demuestran la relación entre el sistema digestivo y los sentimientos. Pero a pesar de que siempre son bienvenidos y buscados incluso. En este caso no me hacen falta estudios científicos, tengo los empíricos. Y no penséis que soy una asquerosa (que bueno, lo soy o mejor dicho “antiascos” no me da asco casi nada, los gusanos si, mucho y más si hay muchos y muchas cosas juntas pegadas aunque sean bolitas de colores, bueno las bolitas de colores en multitud no tanto pero también un poco. Lo cual es bueno para mi futuro trabajo ya que en los hospitales se  ve de todo, espero que gusanos no, o no muchos…) porque siempre hablo de “vomitar” pero es cierto. Y dad gracias que no hablo de otro tipo de excreciones… em… llamémoslas posteriores. Intentaré ser fina en ese tema, no por mí, sino por algunos de los que me leéis que sé que no lo soportáis y #miraoye cada cual tiene sus cosas y hay que respetarse. Aunque bueno en general no os respetaré mucho, lo aviso. Si no os gusta, pasad del tema. Me voy por las ramas. Escribir me ayuda infinitamente, aunque soy muy de “condiciones idóneas” me adapto mucho a las situaciones, o lo intento, a penas me molestan cosas y puedo hacer casi todo sin importarme mucho la situación o condiciones (mal pensados ;) )  Pero aunque las haga a veces si pienso en que cosas las mejorarían y no es por ser perfeccionista, o si, sino porque… mmm no sé explicarlo bien. Al estilo Goyo Jiménez “no lo digo, lo hago” y en este caso lo ejemplifico: cuando voy a escribir. En realidad para escribir solo hace falta, mínimo un boli y una hoja. Y con eso, sin más puedo escribir. Me basta. Pero pienso mucho en lo que me condiciona, es decir, en que quizá en esa misma situación ciertas cosas mejorarían lo que escribo. Por ejemplo pensaría que mejor un ordenador, me gusta más escribir en ordenador. Vale pues tengo un ordenador. Y también me basta, pero puestos a mejorar… (Paréntesis, quizá se trate de inconformismo, si, puede, muchas veces soy demasiado inconformista y eso me hace mal muchas veces) Mierda pierdo el tren, ahora sigo! Uf, casi lo pierdo. Mierda (uy perdón, he dicho hace un momento que iba a respetar ciertas cosas y he dicho ya dos veces “mierda”) lo he vuelto a hacer. Me he sentado donde me da la gana, justo en frente del asiento que me corresponde, pero es que ¡no puedo evitarlo!  Me encantan los baños del tren. Sobre todo la puerta, me siento como en una nave espacial, es de lo que más me gusta en las películas del espacio, eso de le doy a un botón meeeeecccc se abre, le doy a otro botón meeeeeeeec se cierra. “Casualmente” el tren paraba en la línea justo al lado de la que cogí hace unos días para huir de él, de mi y de todo lo que había pasado. Por un momento al bajar he pensado “mierda (ups, otra vez, permitidme al menos esta expresión o bueno diré recórcholis en su lugar…) ¡Recorcholis! Llego tarde y encima me equivoco, y miro por última vez el móvil antes de que el tren salga, por si acaso, pero en realidad era que la vía… recorcholis alguien que se parece a ti me miraba desde la puerta. María Esther, para…. Como decía en realidad la vía estaba justo al lado de la otra. Casualidad….” Bueno, al final, para variar, no he tenido otra que cambiarme de sitio jaja. Pero bueno, el señor que se parecía a ÉL, me ha dicho amablemente EN INGLÉS, nótese el énfasis, si quería que me ayudase a subir mi equipaje el cual ocupaba los dos asientos de enfrente, yo siempre tan desastre. Y, EN INGLÉS, nótese el énfasis, me encanta el inglés, le he dicho que se lo agradecería pero que quizá no haya el suficiente espacio. Me ha ayudado, más bien lo ha puesto él, y ha cabido. Después alguien le ha hablado en español pidiéndole lo mismo y le ha dicho en un perfecto español “si, claro”.  Maldita sea, ¡ya me había escuchado hablando en español! Bueno todo momento es bueno para practicar. Ahora me siento gilipollas escribiendo sobre todo lo que hago.
Pero estoy en momento “ganas de escribir” y también en momento “necesito escribir todo lo que pueda y más para vaciarme” así que lo siento pero voy a aprovecharlo. Ya llevo casi cuatro hojas de Word y eso es lo máximo a lo que suelo aspirar del tirón pero bueno, ya veremos. Hoy no me importa aburriros, entre otras cosas que voy a intentar que no me importen a partir de ahora. Salimos. Esto se mueve y voy del revés, como cuando huí, del revés. De la misma manera que ha salido todo y el móvil me pilla lejos. Pero no tardaré en mirarlo. Por si acaso, solo por si acaso… Y el siguiente destino aún era dentro de aquí. La otra estación. Y he pensado en bajarme y en llamarte corriendo y corriendo ir a donde estés y abrazarte y decirte que te echo de menos, que no quiero perderte que lo siento, que me/te perdones por todo lo que has hecho mal conmigo. Pero no puedo, con este nudo y todos los nudos del mundo en estomago o garganta me tengo que ir, porque yo ya he hecho todo lo que ha estado en mis manos. Y lo único que ahora me queda es esperar. A que tú te des cuenta o a que simplemente no te des. Y tengo al que se parece a ti o mejor dicho mira como tú, en realidad ni se parece ni mira como tú ahora que lo veo mejor así que es el que me ha ayudado en inglés con el equipaje, casi enfrente de mi. Pero bueno, ya me da igual, ya no se parece a ti. Ha sido solo un reflejo de mis fantasmas. En plan espejo.
Y a pesar de que voy del revés, ahora es distinto. Cuando me iba, hablo de la primera vez que me fui hace unos días, iba del revés dejando atrás la ciudad, a mis espaldas sin poder “despedirme ni mirar atrás”. Ahora no, ahora es distinto, ahora voy de espaldas pero voy directamente viendo como se va, como se queda atrás. Y en el fondo siento que esta metáfora se puede adaptar perfectamente a los que siento ahora. La otra vez huía, no podía mirar atrás porque no era consciente de nada, solo necesitaba seguir, seguir sin nada más. Ahora es distinto, muy igual pero algo distinto, ahora se lo que dejo, soy más consciente de esta partida y lo veo. No está atrás, está justo delante.
He intentado, en el otro tren, hacerle una foto a una señora mayor, con sus pelos afrotipicosdevieja sus gafillas de señora, su jersey de cuadros que rompía. Rompía porque en la espalda ponía “De puta madre” que creo que es una marca, y era una foto curiosa, que menos, pero como me pasa siempre con esta cámara. Que es maravillosa, pero yo no sé aprovecharla aún, espero, nunca me da tiempo a sacarla y tomar la foto a tiempo. Como muchas otras cosas, creo que tengo el material necesario pero que no sé utilizarlo a veces, aún.
Y una despedida, en una estación en la que hemos parado, veo como una chica levanta la mano para hacer un leve gesto de despedida y se da la vuelta agachando la cabeza, ni siquiera le veo la cara. Solo me da tiempo a ver sus zapatos que son iguales que los que nuevos que se ha comprado Nana y que ayer me enseñó entre varios intentos por mirarse en el espejo sorteando mi equipaje esparcido por todo el suelo de la habitación.  Y esa casualidad me lleva a escribirlo y a escribir sobre las despedidas. Me da que este texto va a ser largo. Que este viaje me va a dar mucho en lo que pensar. Record (de recórcholis) acabo de acordarme de algo que estaba hablando antes. Ya volveré a las despedidas. Esto me recuerda que algún día hablaré de ellas.
Antes estaba dando un ejemplo de mi inconformismo o comoquieraquesellame.
Retomo: Por ejemplo pensaría que mejor un ordenador, me gusta más escribir en ordenador. Vale pues tengo un ordenador. Y también me basta, pero puestos a mejorar  aquí hablaba de mi inconformismo.
Puestos a mejorar ya no solo me basta con un ordenador, sino que miro que la batería no me presiones. No actúo como me gustaría bajo presión, puedo hacer cosas pero no igual de bien como me gustaría. A veces ni puedo hacerlas. Menos cuando me observan. Como decía, intento tener el ordenador enchufado, para quitarme preocupaciones, en este caso por la batería. Puesto a elegir también prefiero estar en una posición cómoda, que no da una silla, si la posición pero no la comodidad, ni la da un sofá, por mucho tiempo. Así que a veces me cuesta encontrar el sitio. Mirando la comodidad puede que en ese momento me preocupe la ropa que llevo, o quizá el calzado, incluso si me molesta o no el pelo en la cara, el ruido de fondo, el hecho de ponerme a llorar y que llegue alguien y me sorprenda. (Esto me suele preocupar mucho, que me vean llorar, y también me suele pasar, pero lo odio. Lo último que me dijeron cuando alguien me vio llorar, digamos ALGUIEN, como me duele nada más que recordarlo, fue que no odiaba que hicieran chantaje emocional. Chantaje emocional. Pum, golpe en el estomago. Chantaje emocional, pum patada en el estómago. Paro o me haré una úlcera que desde la luna. Y esto me hace pensarlo. Planteármelo. Y recuerdo que ya me lo dijeron otra vez, hace muchos años. En esa época en la cual cualquier detalle que te sucediese podía hacer cambiar tú forma de ser en extremo.  Y me pregunto si es verdad, si alguna vez he utilizado mi sensibilidad extrema y mi no poder contener las lágrimas cuando algo me duele mucho para precisamente eso. Conseguir algo. Y si fue por eso por lo que empecé a odiar llorar en público, y eso mismo me llevó a contenerme las lágrimas cuando murió mi tío, y cuando murió mi abuela y cuando aquella amiga me defraudó y cuando Fede me dejó. Siempre en un primer momento, claro al final al más o menos tiempo acabo explotando, descongelándome. También me pregunto si esto tiene que ver con mis procesos de congelación. Por cierto, mi padre tiene una fábrica de hielo. ¿Casualidad? No sé la relación exacta y nunca lo voy a saber. No hay libro de instrucciones, ni órdenes de producción.
Eso si, estoy en autoterapia para mejorarlo. La primera sesión seria, lo había intentado llorando a escondidas pero no vencía para nada la barrera de “llorar en público sin odiarlo, como decía la primera la llevé a cabo en Nueva York. Y fue una #escenadignadepelícula ( se me ha ocurrido utilizar la jerga Twitter, el tema hashtag en este blog)
 Manhattan, sus calles, yo, unos cascos, música (posiblemente la más triste que encontraría en mi reproductor del teléfono #puñeteracostumbremasoquista) fueron parte del atrezzo. La lluvia, mi paraguas y mis lágrimas desconsoladas hicieron el resto. Si… caballeros y caballeras… Está escenita monté allí. Menos mal que iba sola, que nadie me conocía (tampoco nadie me miraba) y que Nueva York es Nueva York. Allí casi todo es más fácil, por no decir todo. Pero bueno, por algo hay que empezar, poco a poco.

La segunda sesión fue inesperada, imprevista y casi incontrolada. El sitio elegido para montar el numerito fue la estación de la que no hace una media hora que he salido. Ya no estaba en Nueva York, aquí la gente mira más. (Somos unos mirones los españoles, ¿cotillas? ¿Preocupados? Bueno preocupados no, me tiré una hora y media llorando y nadie me dijo ni siquiera si quería un pañuelo. Y esto me transporta al aeropuerto de Nueva York, concretamente al tren que nos llevaba a nuestra Terminal. Allí no fue sesión, allí simplemente no pude contenerme. Y lloré en el tren, cuando me despedía de ti ¿casualidad? y esa vez era porque no quería separarme de ti, porque sabía que te iba a echar de menos (¿o quizá sabía que nunca volvería a ser igual y lloraba esa pérdida?) pero en ese caso todo fue más fácil. En Nueva York casi todo es más fácil, por no decir todo. Un muchacho que habíamos conocido minutos antes, cuando comprábamos los billetes del tren e intentábamos enterarnos de cómo iba aquello, al darnos cuenta de que teníamos un idioma parecido y nos entendíamos. Él era italiano. Por cierto, me rio cuando me acuerdo del momento en el que fuiste a comprar el billete le dijiste que uno, luego tuviste que  comprar dos y te salió del alma ese espanglish “two venga, two” jaja. También me doy cuenta que vuelvo a hacerlo, que sin darme cuenta me dirijo a ti escribiendo y supongo que no tiene más sino, que algunas cosas de las que hablo son parte de lo que me gustaría decirte pero que no puedo hacerlo. Bien porque no estás aquí, bien porque no quieres escucharlo o bien porque no puedes.) Esa fue mi segunda sesión de la terapia y la verdad es que con motivo de mejorar mi costumbre fue porque lo necesitaba y no podía casi evitarlo. Desde entonces no he llorado tanto y dudo que pueda hacerlo en mucho tiempo. Ni la mitad. No de esa manera, sin control. Esas son las lágrimas que me desahogan, las que me derriten de verdad. Me doy cuenta que quizá soy falsa a  veces llorando, en el sentido de que a pesar de que me salgan de corazón, no llego a ese “éxtasis” que solo consigo a veces y que me hace sentir tan bien. Pocos orgasmos de sentimientos.
Pienso que de cada persona que pasa por nuestras vidas nos queda algo. Supongo que algo malo también. Pero hablo, en este caso, de algo bueno. Siempre nos queda algo bueno aunque sean pequeños detalles, pequeñas cosas que muchas veces no tienen importancia.  O cosas que aunque no sean buenas en sí te aportan detalles. Te definen a la larga. Los haces parte de ti. Y cuando te das cuenta de esas pequeñas cosas que esa persona ha dejado olvidada en tu casa (tu vida) y que han decidido no pedirlas de regreso, y puedes utilizar en tu vida diaria darles una utilidad. En el momento en el que las descubres sientes que ha merecido la pena y también lo sientes, más aún cuando les das utilidad. Al principio estas cosas suelen tener el valor de “recuerdos” con sus consecuencias, las negativas consecuencias de los recuerdos. Recordarte que hubo algo que en su momento te hizo feliz pero que ahora se ha terminado pero también con las cosas buenas de ellos. Hacerte ver que has vivido algo bueno, algo bonito, algo especial y feliz.
Me rallo demasiado por las casualidades. Bueno, no siempre, solo a veces, en especial hoy. Abro un libro que me compré el otro día, casi por instinto y casi lo dejo en el último momento. Tenía pinta de demasiado comercial, aunque lo cierto es que nunca lo había escuchado.
Ahora llora una niña pequeña en el tren, otra despedida.
Al final lo compré, casi lo dejo. Pero en el último momento lo compré. No suelo pensarme tanto el comprar libros, pero #miraoye solo llevaba un billete de 500 y no era cuestión #ironía.
Me lo llevé y me he dispuesto ahora a empezarlo, en las largas horas que me quedan aún de camino. Este viaje de vuelta lo veía de otra forma antes de llegar, pensaba que quizá me costaría más el pensar en todos los momentos bonitos que había vivido en estos días. Pero como no ha sido así, es un viaje en el que tengo tiempo de reflexión, como habréis notado. Tiempo que necesito realmente y que me vendrá muy bien. Al abrir el libro las primera página dice: “ Cuando veis a dos personas juntas, ¿nunca os ha dado por querer saber si son novios, hermanos, amigos u otra cosa?” y justo delante de mi tengo a dos chicos, que nada más verlos me he hecho inconscientemente esta pregunta, en realidad esto lo leí en la cola antes de decidir si comprar o no el libro y quizá me haya influenciado. Aunque lo dudo, no ha sido consciente en realidad esta pregunta. Esto me ha llevado a hablar de las casualidades, eso y que cuando estaba pensando en hablar de las casualidades me he dado cuenta que el autor se llama Fede. Si. Fede, como Fede “mi” (ja-ja… “mi”) Fede.
Voy a leer y a guarrear el libro, lo siento, quiero guarrear el libro, nunca lo hago, no me gusta. Pero odio que se me olvide que me aportan los libros, así que nueva técnica: guarrearlos. Si acabo odiándolo lo escribiré en una hoja aparte o algo, aunque me gusta la idea. Porque no suelo leer dos veces el mismo libro, o ver dos veces la misma peli, ya que hay muchos pelis y muchos libros por delante, y así tendría un vistazo general del libro nada más abrirlo, un resumen de lo que me ha aportado en pocos minutos. Os dejo. Por ahora. Muahaha. P.D: sin darme cuenta ya voy por la hoja 7, aunque bueno he hecho pequeñas trampillas para cambiar de tren y demás.

Vale, no aguanto demasiado. Hoy es de esos días, que todo te hace pensar, que todo te lleva a plantearte cosas. Son días que me encantan e intento exprimir al máximo. Así escribiendo para luego volver.  Y leer un libro es lo que más te lleva a pensar a relacionar. (Por cierto me encantan las paradas, cuando el tren para, siempre que vaya a seguir) antes pensaba que estaría bien salir de uno mismo, del cuerpo y ver las escenas desde fuera. Ver todo sin tener que tomar la decisión de actuar, se hablar, de mover ficha, simplemente observar. Como ver una escena de teatro. Y supongo que a veces tendré ese deseo y que ahora no me ha gustado tanto cuando me he visto obligada a estar así, porque mi cuerpo seguía ahí y se esperaba una actuación por mi parte. Lo digo porque en estos veces, en muchas ocasiones, me he sentido así. Como viviendo una escena que no me pertenece, o si, claro que me pertenecía, la estaba viviendo. Más bien siendo parte de una obra de teatro nueva, de la cual no me sabía mi guión. Estaba ahí, preguntándome que hacía en ese lugar y sin saber que me tocaba hacer o decir.

Ya ha pasado un buen rato, ahora estoy jugando. Juego a saber quien es. El desconocido 1, Jorge o quizá David es guapo, sobre todo sus ojos. Azul, claro. Llaman. El desconocido 2 es alguien normal. También tiene unos ojos bonitos, pero hay que fijarse. No llaman.
Son muy inteligentes y altos. Sobre todo JorgeDavid. Me pensado que son azafatos. Aunque luego lo he descartado. Se reirían. Desconocido 2 es gallego.
Al principio he pensado que eran pareja. Después lo he descartado, tampoco son hermanos y ahora realmente no lo sé quizá sean pareja hablan mucho de “nosotros”, “las veces que hemos quedado con..”. Desconocido 2 es profesor. Desconocido 1 creo que no es profesor, no lo sé. Es ingeniero pero no sé de qué. Verónica es pesada y se la presentaron Mar un día que fueron al cine. JorgeDavid tiene mucha cultura. Jorge David también es gallego. Que raro. Pero lo es, lo acaba de decir. Les queda 15 minutos de tren y desconocido dos ha prometido por teléfono avisar cuando llegue. Quizá era su madre. Van a un hotel.
Dos es bueno y más sentimental. JorgeDavid es más objetivo. Dos lo pasará peor cuando lo dejen. Porque lo dejarán.
Adiós JorgeDavid, adiós dos. Encantada de jugar con vosotros.
Bueno ya me cansé de escribir. Ya estoy en mi casa, por fin a salvo y con comida de mamá. 


P.D: Iba a releerlo pero cuando iba por la mitad me ha dolido la cabeza, es un gran desastre. Muchas ideas mezcladas, todo a la vez. A fin de cuenta es es un vómito lo avisé. Paso de leerlo y si vosotros pasáis lo entenderé pero no puedo rechazar ya el primero asíque...

No hay comentarios:

Publicar un comentario