domingo, 23 de diciembre de 2012

De huidas y pasados


¿Y nos olvidamos? Así, de repente. ¿Cómo si no hubiera pasado nada? ¿Cómo si tu piel y la mía no hubiesen creado un lenguaje común y supieran a la perfección lo que pide la otra?
Nos separamos, así sin más. Cómo si mis labios no necesitasen eso que produces con el roce de los tuyos. Cómo si fuese fácil descifrar la química que engendran nuestros cuerpos al mirarse, frente a frente. Cómo si fuese sencilla esta selección de casualidades y hacer un camino que nos separe, dejando de lado al destino. Mis clavículas que tiemblan cuando sienten cerca la marca en el hombro que me dejaste y aún conservo.


Así sin más. ¿Quieres que nos olvidemos? ¿Que hagamos como que nada ha pasado, que sigamos nuestras vidas y esos momentos no sean más que recuerdos. Medias sonrisas o huecos salados en almohadas? ¿Por qué haces esto? ¿Por qué permites que el pasado, que te ha hecho estas heridas que hacen que no te atrevas a atreverte y que a fin de cuentas no deja de ser pasado, elija por ti? ¿Sabes? esta huida y este agarrarse a lo conocido no deja de ser más que miedo. Miedo en estado puro. Miedo a lo desconocido, miedo al futuro. Te creía más valiente.  

Dime, qué quieres.  ¿Quieres evitar que te olvide? ¿Qué te olvide yo o el mundo? ¿Quieres que aprenda a valorarte cómo no han sabido hacerlo? Esta no es la manera. Quédate. Y yo te sabré valorar. Dame tiempo. Necesito eso. Te daré mucho más de lo que has sido capaz de imaginar. Dedicaré cada poro de mi piel a elegir el segundo exacto en el que quieres que se erice cuando tú estés cerca. Te prometería la luna si creyese que con eso me bastaría. Yo soy más de galaxias. Lejanas, inimaginables. Tengo tanto para darte. Pero con calma. Deja al sol que de aire, que nos roce en la cara y nos seque las heridas. Deja que la sal haga de las suyas. Deben secar, y debes estar.


Pasará el tiempo y de la misma manera que sé lo que harás mañana, también sé lo que pasará después. Te darás cuenta que no se puede jugar con el pasado. Que volver atrás y coger algo de allí para traértelo al ahora no está permitido en las leyes del tiempo. Nada es igual, solo un continuo deterioro día tras día hasta que finalmente desaparece para volver a su lugar verdadero. Y en ese momento te acordarás de mí. Y te arrepentirás de todo lo que yo no me arrepiento; de haberlo intentado. Pero para entonces yo seré pasado y la historia volvería a repetirse. Nadie puede sacarte del bucle, más que tú mismo. Yo, lo único que puedo hacer, es estar aquí, con la mano tendida por si quieres que te ayude a la salida. 

martes, 18 de diciembre de 2012

De lo que no dice el cielo


Me perdí con tu piel dónde no pudo vernos la inocencia, decidí claudicar ante la belleza irreductible de tus ojos. Y mírame, que mal se ha portado el tiempo conmigo. Y mírate, que enserio se lo tomó contigo. Durante dos vidas y tres suspiros creí ver en tu mirada el futuro del mundo. Me di la vuelta, solo durante el tiempo exacto en el que dura una respiración y un tornado decidió arruinar la ciudad dónde creció el tiempo y se alejó del amor.

Los amaneceres de tu espalda dejan clavado a fuego el calor de cada beso, sellan con vehemencia el pacto impronunciable que hicieron nuestras pieles sin nuestro consentimiento. Voló la libertad más allá del cielo, sin importarle nada, solo quería desplegar sus alas y allá que va, haciéndonos sentir libres en cada vuelo.  

De alientos se crearon hilos musicales que romperían el silencio, al chocar con las gotas saladas que resbalan por las caras de los ojos tristes que cierran al caer la tarde. Y así deshacen el invierno entre calores improvisados y colores desmedidos. Las promesas y los juramentos se batieron a duelo y fue la piel quien decidió que ninguno merece ganar al no ser capaces de cumplirse.
Asaltemos tempestades, que los ríos tengan de que hablar.

martes, 4 de diciembre de 2012

De locos y rescates



Ven, sálvame que no puedo salir de mi propia caída
Que me hundo en la contradicción de querer quedarme cuando me veo huyendo
Cuando aparto la mirada del cielo y el sol no refleja ni un rizo de tu pelo
Ven, pero no vuelvas a irte
Lame con tu piel las yagas de mi lengua
Que los pasados no sean nada más y el futuro no se pronuncie
No entres en mi vida ni dejes que yo entre en la tuya
Se trata de construir, de crear de la nada una para los dos.
De hacer de esta historia un 1 de Enero de mil novecientos
Rescátame que la locura no se afiance a la ventana
Vuelve loco este momento y busca los secretos de este encuentro
De la química y la física que producen nuestros cuerpos
Renuncia a la cordura si de amar se trata
Pero rescátame. Sácame de esta huida que me aleja.
Sácame de esta razón desazonada.
Y no te vayas.
No te vayas.
No.

lunes, 12 de noviembre de 2012


Y aunque he huido, he perseguido tu sonrisa a través del espacio que nos separa. Y es que… ¿cómo te alejas de alguien que ya está lejos? ¿cómo pones kilómetros de por medio si ya te separan 300?
El parpadeo de esta farola amarilla me recuerda aquella noche, y todas. Yo tenía la inocencia a flor de piel en cuanto a lo nuestro, y tú… Tú estabas tan guapo vestido de traje… teníamos que disimular delante de esas doscientas personas, y menos mal que los pensamientos no tienen voz propia. Porque yo solo imaginaba las mil y una maneras de arrancarte la corbata y dejarla rodar por el suelo junto al resto de nuestra ropa.

Ahora la luz de la farola está apagada, pero de vez en cuando se enciende. Y así fue nuestra historia. Una bombilla con los días contados que lucha por sobrevivir.
Pero es que no es una bombilla cualquiera, daba luz a toda mi vida. Y así estoy ahora que se ha apagado… vacía.

Y ¿qué hago si no encuentro la manera de sobornar a tu piel para que se quede aquí conmigo, compartiendo almohada y madrugadas? Y ¿qué puedo hacer si son efímeras estas noches que paso lejos de tu cuerpo pero engaño al mío con otros?
¿Cómo deshago el amor y mato al recuerdo? Dime, de qué manera puedo secuestrar estos sentimientos y dónde encontraré la goma gigante que me ayude a borrar todos tus recuerdos. Cómo vivo si te fuiste con mi alma de paseo. ¿Por qué no leería la letra pequeña del amor, cuando aún estaba a tiempo?


sábado, 28 de julio de 2012

Relato



"A la salida del metro se le calló una bolsa, la cogí y se la dí.
-Gracias –su voz. Golpe; Pum. Pum. No le contesté. No podía parar de mirarlo. Le seguí de cerca. Nos paramos uno al lado del otro en un semáforo. Era tremendamente sigilosa como esa espía secreta con la que siempre había soñado ser de pequeña. De repente se giró hacia su izquierda, hacia mi, como si pudiera verme. Su cara y la mia quedaron a escasos centímetros. El corazón me latía más y más fuerte, tanto que pensaba que me había descubierto.  Ya había fracasado en mi primera misión secreta. De repente el sonido del semáforo comenzó y cruzó la calle. Que tontería, ¿cómo me iba a ver? Le seguí de cerca.
A los pocos metros se paró.
-¿Quién eres?  -dijo en un tono de voz sereno.
No le contesté, me pilló de sorpresa y por otro lado sabía que mientras que no hablase no tendría por qué pasar nada. Podría irme por la siguiente calle y nada de esto habría ocurrido.
 -¿No crees que juegas con ventaja? No parecía molesto ni alterado.
Pensé que debía contestarle pero… ¿qué le decía? “hola” o “Fede soy yo Maica, ¿te acuerdas de mi?” Que absurdez. Aguardó en silencio pero ahora se había girado directamente hacia mi. ¿Cómo sabía que estaba ahí?
-Tengo el oído muy afinado. –se me había olvidado, él podía leerme la mente. Siempre lo había hecho y ahora no era menos. Esa telepatía sobrenatural que nos unió aunque hubiesen pasado diez años  seguía ahí. Y yo también seguía ahí, sin saber que decir. De repente era muda. Vaya panorama, él ciego, yo muda.
-Bastante hay con un ciego como para que ahora tú pierdas el habla –de nuevo esa telepatía. No me hacía falta hablar, solo con pensar bastaba. Este pensamiento me hizo gracia y sin darme cuenta reí en voz alta. Su cara cambió, reconoció mi risa. Lo sé.
-Habla –toda la serenidad y amabilidad que había mostrado hasta el momento se esfumó. -¡habla! –repitió. Supongo que pensaría que se estaba volviendo loco. No merecía eso, tenía que decirle algo.
-Si supiera que decirte, te hablaría –cómo siempre le dije aquello que pensaba, tal cual. Esa manía nuestra de decirnos todo lo que pensábamos. Muchas veces pienso que eso fue lo que lo fastidió todo. Esa sinceridad extrema. Esa transparencia.

Sonrió, recuperó su serenidad. Ahora sabía que era yo, ahora sabía que no estaba loco.
-Siempre supe que algún día llegaría este momento. Bueno, este exacto no. Que irónico, vuelvo a no verte, solo a escucharte. Como entonces.
-¿Desde cuando…?
- Desde siempre –le iba a preguntar qué desde cuando estaba ciego, lo supo y me interrumpió-¿sábes? Ahora veo todo mucho más claro. ¿Irónico verdad? –solo pude realizar una media sonrisa con un ligero sonido. Pero él imaginó mi cara. No hacía falta ojos, él me había visto desde siempre.
-¿Te apetece un café? –él sonrió. Eran las diez y media de la noche. Sabía por qué lo decía, nos debíamos muchas cosas y la primera de todas fue un café. Cuando comenzamos a conocernos fue lo primero que me dijo que le encantaría tomar un café conmigo. Estábamos a 300 kilómetros de distancia, ese café significaba más que cualquier otro. "

[[Entrada diferente, no aconsejable]]

jueves, 26 de julio de 2012

Durante una luna


  El sonido de tus pisadas sobre mi parquet me trajeron a la realidad de que te tenía entre las redes, esas que aprendí a tejer con noches de soledad y desengaño, esas mismas que amarran a la más salvaje bestia, aunque su efectividad se limite a una sola noche.

Esa noche eras para mi, al día siguiente saldría el sol y fastidiaría todo. Tenía que hacer de las próximas horas que teníamos por delante, todos esos meses que estaría añorando otra noche así. Tenía que, en unas horas, recuperar todas las noches perdidas en la soledad de mi almohada. Y en ese tiempo, en que duraba esa luna, tenía el justo para cambiar por ti todo el polo magnético de la Tierra.


   Esta noche me entregaría entera a ti, para por la mañana, tras una adiós, agarrada al marco de la puerta, medio desnuda, con el pelo cayéndome por la cara tras la lucha, lanzarte alguna sonrisa picarona y cerrar la puerta, y con ella esta historia.
Para después quedarme dentro recogiendo  cada pedazo de mí, reconstruyéndome para entregarme, cuando pase el tiempo de rehabilitación necesario, a cualquier otro. 
Solo durante una luna. Y así, sobrevivir.


viernes, 29 de junio de 2012

           Quiero ser tu albornoz cuando salgas de la ducha, tu almohada en la cama, tu vaso de leche para relajarte antes de dormir, quiero ser tu manta y por la mañana tu despertador. 
Que te despiertes y me des los buenos días con más ganas aún de las que me diste las buenas noches. Que el número de día que amanece según el calendario, lo marquemos con esos besos de buenos días. Quiero interrumpirte cuando prepares las tostadas, ser la mermelada dulce de tu mañana. O la sal si no te apetece ese día algo dulce.


Después quiero hacerte el nudo de la corbata, mientras me miras fijamente a los ojos. Que me ayudes con la cremallera del vestido notando tus dedos subir por mi espalda
y atribuirle al roce de tu piel toda la culpa de que se erice la mía, incluso cuando no me tocas. También quiero que me ayudes a terminar la maleta. Que hagas que me olvide de los por si acaso, hoy y siempre. Y me centre en lo importante, hoy y siempre. 
Bajemos las escaleras peleándonos por quién conduce ese día. Que gane yo y a medio camino te pida que cambiemos para dormir. Aunque no me duerma y me limite a mirar el paisaje mientras los Vetusta se funden con el sonido del aire que entra por mi ventana abierta y se funden en mi cara, al igual que ese aire y al igual que tu olor, cerrar los ojos y disfrutar de esa mezcla de sentidos. Sin pensar en nada más.

    Quiero ser tu mapa, quiero que mi cuerpo sea tu mapa y también tu libreta, que con cada roce de tus dedos escribas sobre mi piel, todas las notas importantes. Quiero tatuarme en tu piel para quedarme ahí para siempre.Quiero que paremos donde te pida para hacer fotos y que seas mi modelo. Aunque no haga falta imágenes para recordar cada detalle de tu sonrisa, para recordar que cuando lo haces se arrugan ligeramente tus mejillas formando una onda expansiva, cómo cuando tiras una piedra al agua. Quiero ser el motivo de tus sonrisas y del brillo tus ojos. Ser el aire que se exhala en el segundo exacto que le sigue al momento en el que una gran carcajada te deja sin respiración.

Quiero que no te pienses ni un segundo lo de desnudarme cuando lleguemos al río que dijimos. Que no se atasque la cremallera del vestido y no te importe tirar esa corbata cara que te regalaron. Y correr a toda velocidad hasta el filo mientras nos reímos, ya desnudos, para justo un segundo antes de saltar frenar de golpe y mirarnos a la cara. Cogernos de la mano, cerrar los ojos y… saltar, como apostamos. Saltar hoy y siempre.


¿Capaz o incapaz?

viernes, 25 de mayo de 2012


Y saltar de mi tejado al tuyo. Porque hoy soy gato. Y siempre. Pero hoy más

Y notarás mis uñas clavadas en tu espalda desmontando la amargura de este día, nuestro aliado y al mismo tiempo enemigo será el silencio de las madrugadas. Tan caprichosas y especiales. Y ambos somos conscientes de que somos un amor adolescente.

 Cargado de locura, pasión y ganas de vivir. 

    Y que cuando pase, quién sabe cuanto tiempo. Desclavaré mis uñas de tu espalda y descorreré la ruta de los tejados. 

Me quitaré el disfraz de gato y volveré al calor de mis sábanas y al cobijo de mis cascos

    Y cuando pase, quién sabe cuanto tiempo, me despertaré. Y ante mi habrá un nuevo día, me preguntaré si combatirlo con café o alejarme de esa droga. Y posiblemente me olvide de que anoche olías tan bien que me olvidé el mundo.  
Eres esa noche de borrachera, esa droga que te eleva al piso más alto de un gran edificio. Y cómo toda droga tienes su periodo de latencia, en el cual me envuelves en el éxtasis más alocado y extremo

Después el descenso, dónde dueles. Y la resaca, dónde me doy cuenta que lo peor de tenerte no es el dolor de cabeza que dejas después sino encontrarte con la realidad

Encontrarte con el hecho de que no se puede vivir siempre bajo el efecto de esa droga, que se pasa.  

Y que no te volveré a probar, esa falsa promesa de “no beberé más”. Hasta que bebo, hasta que caigo de nuevo...


jueves, 29 de marzo de 2012

El sabor amargo

Caí del rascacielos más alto de esa gran manzana que fue nuestra historia. Aún recuerdo el aire, el frío, el calor. Pero no dejan de ser tan solo eso, recuerdos. Y ya sabemos lo que pasa con los recuerdos. Vienen solos, sin que los llamemos y sobre todo cuando estamos a solas. Con nosotros mismos. Por eso prefiero un excipiente externo que me haga no ver esa soledad en la que antes me acompañabas. Prefiero rellenar con cerveza los huecos que tú ocupabas. Porque la cerveza es amarga, como el café contra el que lucho día a día. Amargos como nuestra historia. Ese sabor de boca, el peor de todos. El sabor de boca que dejan las historias que quedaron a medias. Las historias que terminaron antes de tiempo. Las historias de aquello que pudo haber sido pero no terminó de ser.  Pero bueno, un segundo de debilidad en esta guerra hay que permitirse. Un stop al que ya ni le rodean lágrimas. Se  secaron todas. Ahora cogeré una gran bocanada de aire, olvidaré este trocito de texto en cualquier esquina e iré a hacerme o no hacerme un favor a mí misma. (No sé en este caso que opinarías) Y cuando el camarero me pregunte ¿una cerveza? Le contestaré: qué sean dos.  A esta invito yo. Diré mirando al él de turno que le toque esta noche estar a mi lado. Quién sabe, lo mismo alguna noche algún “él” consiga ser el sabor amargo más característico y no la cerveza, la que suple tu sabor mientras tanto.



domingo, 11 de marzo de 2012

La inocencia

Ayer conocí a Julia. Fui una de las primeras personas en tocarla, la primera en vestirla, de las primeras en cogerla en brazos y quien la llevó a ver a su madre y a toda su familia por primera vez en su vida. Era tan pequeña, tan indefensa, tan blandita… parecía de cristal. Julia nació anoche en el hospital del río (llamémosle así) allí estoy haciendo las prácticas. Y a pesar de que he visto bastantes cosas me quedo con el recuerdo de Julia como el mejor de todos. Tocarla, tenerla entre mis brazos fue… “mágico” por poder ponerle una palabra. Y hoy no dejo de pensar en ella. ¿Qué será de ella en unos años? ¿qué estudiará? ¿dónde? ¿Cuál será el nombre de la primera persona que le rompa el corazón?

Justo antes de entrar al hospital estaba escribiendo algo, tiene que ver con la inocencia. Casualidad. También al entrar me enteré de la muerte de un paciente. Casualidad. (…unos que vienen otros que se van… la vida sigue igual) Ahí va lo que escribí:

“¿Alguna vez habéis soñado con volar?

Las historias cuando empiezan tienen algo que muy pocas cosas tienen. Inocencia. Al preprincipio (dícese de todo aquello que ocurre antes del principio) están las dudas, no sabes si a esa otra persona le atraes o si está empezando a notar la misma conexión que tú notas. Esta etapa es delicada para los inseguros, pueden liarse muchísimo y pasarlo realmente mal, dé o no dé la otra persona las señales correctas.
Y después… el principio.
Muchas de estas historias no acaban siendo mucho más que unos cuantos polvos mezclados con un poco de miel y chocolate. Un poco de azúcar para ese amargo café que es muchas veces la vida o esa sal [;)] que falta en algunas comidas. Pero eso no les importa a los principios, porque ellos están cargados de misterio e ignorancia.

Todo el mundo desea en alguno de esos matemáticos momentos que aporta la vida…
Si de esos en los que las ecuaciones parecen ir aumentando el número de incógnitas de manera exponencial al paso del tiempo. Esos en los que cada segundo que pasa hace de los problemas un bucle más y más complicado…
En alguno de esos momentos, todos deseamos volver a esa época en la que todo era absurdamente fácil. En la cual nuestros mayores problemas eran elegir aquellos regalos que nos traerían esos viejos la madrugada del 6 de Enero, salir los primeros al patio para elegir aquel banco en el que jugaríamos a ese juego “nuevo” que alguien había añadido al repertorio habitual, no quedarse sin balón, que te den la monea de rigor para comparte tus chucherías favoritas o preparar tu fiesta de cumpleaños sin que falte ningún detalle. En realidad, en esa época, aunque ahora nos parezca que teníamos tonterías de preocupaciones, para nosotros eso era un mundo y eran las preocupaciones más grandes que existían y de nuevo el tiempo, la edad, va haciendo que estas aumenten.

Lo que realmente era bueno de esa etapa, lo que realmente echamos de menos es la inocencia.  La no maldad oculta en cada acto. Pero sobre todo, las primeras veces, las primeras experiencias. Valoro la experiencia como nada en este mundo. Durante mucho tiempo es lo que más he valorado. Pero es precisamente ella la que hoy me hace decir y en mayúsculas y subrayado que LA INOCENCIA ES LO MÁS BONITO QUE EXISTE. La experiencia es para los duros, la inocencia para los románticos. Y hoy me quito la coraza y digo que soy una romántica.  Aunque muchas veces sea puro hielo, en realidad creo que es una medida de autodefensa, porque soy hipersensible.
Esa experiencia te evita los golpes a los que la inocencia hace exponerte y muchas veces (infinitas) recibir. Pero no se vive igual, para nada vivimos igual una historia con inocencia que con experiencia. Con la experiencia ya vamos sobre aviso, medimos cada centímetro, cada mililitro o todos aquellos que nos ha enseñado la misma. A más experiencia más medición, menos inocencia.

         Sin embargo con la inocencia, todo es mucho más bonito. Alguien me dijo una vez que no había nada que se pudiera comparar a la sensación de subir al piso más alto y ver todo desde allí, como una maqueta sentir el aire puro y frío rozar nuestra cara. Sentirte flotando encima de una nube. Bien, yo me subí a ese piso metafórica y literalmente. Viví la historia más arriesgada, inocente y romántica que nunca viviré y que muchos desean con cada poro de su piel, porque yo la deseaba. También me subí al piso 80 del Empire State y vi la vida tal y como él me la describió. Aunque, esto fue mucho después, cuando ya mi corazón había recibido una caída libre sin arnés, metafóricamente.
Os aseguro que estar allí, asomarte al borde, ver como el sol se ponía cubriendo todo Manhattan de un tono naranja y con el único sonido de la gente de tu alrededor que ven lo mismo que tú porque el ruido de abajo no se escucha allí arriba,  perder la noción del tiempo. Porque allí el tiempo se para. Ver como se hace de noche sin que ni siquiera te des cuenta, solo por un pequeño cambio, una pequeña variable en la ecuación, pequeñas lucecitas encendiéndose aquí y allá casi sin darte cuenta y de repente… miles de lucecitas envolviéndote y darte cuenta en ese preciso instante de que no es un sueño, de que es real y mirar hacia abajo y ver lo pequeño que es todo desde allí, las miles, millones de personas que forman parte de todo eso. Del mundo en general…

Cerrar un ojo, ponerte un dedo delante y ver que lo que para ti a simple vista ocupa la uña del dedo meñique es más de la mitad de Manhattan. Un cuarto de tu uña es un edificio de 40 plantas en el que puede haber cientos y cientos de personas. Una pequeña calle, como un pelo de fina al ser vista desde allí, está siendo transitada por cientos de coches y taxis amarillos (sobre todo taxis). Pensar en los miles y miles de corazones que hay ahí abajo latiendo a la vez. Os aseguro que eso fue increíble. Como si flotaras sobre el mundo. Pocas cosas se comparan a eso, pocas pero las hay. Esa misma sensación pero metafóricamente hablando, no solo la iguala sino que la supera. El sentirte amado por alguien de forma incondicional, el sentir como alguien sabe, conoce cada uno de tus defectos a la perfección y aún así te ama con cada nano milímetro de su cuerpo. El ver como alguien rompe su corazón en trillones de pedacitos para poder ahorrarte media milésima de dolor eso es algo que nadie nunca podrá describir. Porque no se describe. Se siente. Porque no se flota, se vuela. Yo he volado. Y si una vez lo hice sé qué puedo hacerlo dos. Antes o después y espero que cuando llegue ese momento la inocencia no haya quedado vetada por la experiencia. O que esta sea lo suficientemente positiva como para que no me haga olvidar la importancia de la inocencia. Que en realidad creo es un paso más. La experiencia también te hace valorar la inocencia."

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Llevo mucho sin escribir, llevo mucho congelada. Como siempre, cuando me suceden muchas cosas importantes suelo entrar en ese estado de congelación. Pero bueno, son precisamente esas cosas las que tiempo después me dan material para escribir y escribir. Y esto es solo el principio. Me alegra ser precisamente hoy, el día en que vuelva a publicar por aquí. Hoy es 11 de Marzo. Creo que es un bonito homenaje, a mi manera. Hace dos semanas estuve en atocha y una sensación extrañísima recorrió mi cuerpo. Era la primera vez que estaba allí no podía dejar de imaginarme el caos que tuvo que ser aquello. También estoy segura de que todas aquellas personas que sabían lo que les venía encima solo estaban pensando en todas aquellas personas otras que querían y a las cuales no les habían dicho ese último “te quiero”. Pero esto es otra historia que merece mucho más que una simple mención… solo que es una fecha que no se olvida. Ni se olvidará.




Estas fotos las tomé  en  Octubre de 2011

sábado, 4 de febrero de 2012

Todo era comodidad, a mi alrededor solo existía el color blanco. Unas mantas que me tapaban y me hacían sentir cómoda, eso y la luz del día que entraba por la ventana. 

Alguien trasteaba a mi alrededor, estaba en una habitación de hospital. Lo sabía. El chico que trabajaba estaba muy concentrado en la labor, realmente quería hacerlo bien.

-Deja eso Adri, ven.
-Espera estoy terminando, solo tengo que…
-Shu… deja eso  y todo. Solo escúchame. –dejó de concentrarse en lo que estaba haciendo.  Si a Adri le pides algo, suele hacerlo. Aún no ha aprendido a decir “no”, poco a poco lo va haciendo pero comete sus fallos, intenta poner “nos” donde no deben estar y sigue poniendo “sies” donde deben ir “nos”, no más fallos que cualquiera que está aprendiendo algo nuevo, desde casi cero. Me miró atento pero aún pensando en lo que estaba haciendo. –escúchame. Me voy, no me queda mucho tiempo.
-No digas tonterías.
-De verdad, escúchame. –y ahora si distinguió bien donde iba este sí. Soltó la vía de mi muñeca y dejó de colocarla–Adri, disfruta cada momento de tu vida. Como si fuera el último, piensa que este día que estás viviendo puede ser tu último día. Disfrutalo, vívelo, saboréalo. Solo quiero decirte eso. Eso y que le digas a todos los que quiero que los quiero, ellos en el fondo de su corazón ya lo saben, pero recuérdaselo de vez en cuando, cuando se les olvide. Podría hablarte de cada uno de ellos, de lo que siento y pedirte que se lo transmitas pero no puedo, no tengo tiempo. Inventatelo si te preguntan pero diles que les quiero y que me arrepiento de no habérselo dicho cuando tuve la oportunidad, que no dejen que les pase eso a ellos y sepan decir te quiero ahora que aún tienen la oportunidad. Adiós… gracias por formar parte de mi vida… De esta vida que he tenido la suerte de comer.

Y en ese momento cerré los ojos. Me había ido… me había muerto, de repente vi ese túnel, del que siempre hablan. Pero todo era blanco y la luz del fondo negra, al revés de lo que siempre se habla. Cuando llegué a esa luz negra, cambió de color ahora si era blanca o más bien tenía el color de un amanecer, era como una ventana y daba a otra vida. Una nueva vida, esa luz no era más que el comienzo de una nueva vida. La veía ahí, firme real.  Pero no podía irme con todo eso, no podía irme sin hacerle partícipe de ese descubrimiento. De repente, más dueña de mi alma que nunca, volví a esa cama de hospital, pero esta vez no estaba dentro de mi cuerpo, lo veía sobre la cama y ni siquiera me reconocía.
-          Hay más Adri, hay más. –noté el tono eufórico de mi voz
-          ¿Dónde?
-          Después de esta vida. La muerte es solo un paso hacia otra nueva vida.

Y me fui, esta vez para siempre.
------------------------------------------

Los sueños a veces son tan sabios... más que nosotros mismos...

Moraleja:
P.D: Hoy es el día contra el cáncer.

jueves, 2 de febrero de 2012

DE DICHOS HECHOS Y OTRAS VARIABL

Y ahora sale el sol para demostrar que después de la tormenta siempre viene la calma y que el tiempo siempre cura las heridas, aunque las cicatrices del corazón nunca desaparecen.  ¿Para que están los Enfermeros si ya el tiempo se encarga de curar? Con tiempo solo no se consiguen las mejores curas, porque las infecciones vienen solas del aire, de un roce inesperado. Por eso quizá necesitamos ciertos desinfectantes que ayuden a curar las heridas y a conseguir menos infecciones. Pero  no existe el desinfectante perfecto, el que no peca por un lado peca por otro y el único que hoy parece perfecto (bendita clorhexidina) seguro que mañana sacan algún estudio demostrando que alguno de sus componentes no es tan bueno como se imaginaba, aunque no llega a ser perjudicial del todo.

Y es que el mal de muchos puede ser consuelo de tontos pero ¿qué pasa con los listos? ¿se quedan sin consuelo? Y si dirigimos una mirada de sospecha al karma podría decir que me toca vivir la aventura más maravillosa de mi vida, después de esta sucesión de errores sin historia, solo con principios y finales arrebatados. Y dijeron una vez que el corazón tiene razones que la razón no entiende, pero el corazón no tiene razones, si tuviera razones tendría que pensar y por él solo pasan hormonas y sangre. En cuanto a la razón digamos que es harina de otro costal. Pero que aún así, habría que dejar de comprar cantaros de cerámica, ¿por qué no de hierro? Así no se romperían, por muchas veces que fueran a la fuente.

    Porque aunque cada cual tiene lo que se merece, cada cosa que se merece no encuentra fácilmente a su cual. Y si las lágrimas no me dejan ver las estrellas es porque ellas son muy pequeñas y quizá por eso lo que busque es ver el sol, porque ni cienmil lágrimas impedirían ver algo tan sumamente grande.
Porque quizá yo nací mandarina en lugar de naranja o quizá mi mitad se pudrió por no estar en la nevera, o quizá sea yo la mitad podrida. ¿Quién me asegura que nadie se ha hecho un zumo con mi media naranja? ¿qué lo ha exprimido y sacado todo el jugo hasta dejarlo seco y vacio? ¿quién me asegura que sea real esa teoría de las almas gemelas? Mi madre lo sabría si hubiese tenido gemelos, ¿no? ¿quién asegura que el alma exista y perdure sobre la mortalidad del cuerpo?


Dicen que nada pasa sin una razón, pero es que a veces hay razones que pasan sin nada y ya se sabe eso de que el orden de los factores no altera el producto.
Pero bueno a fin de cuentas supongo que todo este picor es consecuencia de la gran cantidad de ajos que me he comido y que no hay más ciego que aquel que no quiere ver.

      En esta Historia te ha tocado a ti el banquete de las perdices y yo sin embargo me quedaré con hambre esperando mi erase una vez.
Y una parte de mí quiere desearte mucha mierda (pero literalmente) aunque la otra podría arrepentirse, así que mejor te deseo que seas capaz de sacar todo mi amor, ese que era para mí y te empeñaste una y otra vez en guardar y no darme, y que al menos te den algo por él en la reventa.

Te quise y te querré como dudo que alguna vez pueda querer a alguien. Querré a mucha gente, pero cada amor es distinto y único no se puede comparar. Comentan que el primer AMOR nunca se olvida y si hablamos de AMOR, amor con mayúsculas. Tú fuiste mi primero.


“ (…) Pasarán los años… y quizá cuando pasee por alguna esquina de quien sabe que ciudad el aire sople y golpee mi cara y con ese aire tus recuerdos regresen a mi memoria, en mi rostro se marcará una media sonrisa de Mona Lisa queriendo decir “lo que pudo haber sido pero no fue”, y el siguiente paso borrará esa sonrisa.
Quizá por algún lugar, cuando pasen los años, escuche aquella canción y recuerde tu voz. Quizá algún día alguien pronuncie tus palabras y yo me acuerde de ti. Quizá de todas aquellas sonrisas que se crucen a lo largo de mi vida, alguna me recuerde a ti. Puede ser también que crea verte en algún lugar, puede ser que note tu ausencia en las soledades profundas… puede ser. Pero aunque sea, sé que todo seguirá. No habrá rueda que frene, tal cual todo continuará y tú te quedarás en aquella esquina de aquella ciudad perdida o en aquel lugar o en aquella persona, donde un día te recordaré por un instante. Y serás eso, recuerdos de lo que pudo haber sido pero no fue… ”

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

A veces sucede que…

Aunque en muchas ocasiones es… un grave error, no hay que olvidarse tanto de quien tenemos al lado.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Las locuras de las noches de invierno


Son las 6 y media de la mañana de un martes “cualquiera”, las comillas… vienen dadas porque realmente no es un martes cualquiera. Acabo de cometer la mayor locura de mi vida, eso y que he perdido el coletero del pelo.

A esta entrada debería titular mis huidas y yo, pero no sería tan fácil como eso. De nuevo he vuelto a huir antes de que el amanecer cayera sobre mí. Pero esta vez la cama tenía nombre, no uno puesto al azar y ese nombre es el de una de las personas más importantes de mi vida. A eso le añadimos un componente que llamaremos X que hace de todo esto algo aún más insólito y digo insólito porque no se me ocurre otro adjetivo pero os aseguro que podría ser muuuuchoo más grande.  Pero aún no estáis preparados para eso. (A veces siento que la gente no está preparada para mí, que duro es eso).

Supongo que cuando pase el tiempo acabaré llamando a esto “las locuras de mi adolescencia”. (He de darme prisa a cometerlas todas ahora porque mi adolescencia realmente ha acabado y mucho estoy justificando con ella, aún así, digamos que en un futuro lo acabaré llamando así). Pero el tiempo no ha pasado y yo estoy aquí, intentando vomitar sobre este archivo de Word todo lo que no he sido capaz de vomitar sobre el wáter. El alcohol y mis tormentos un coctel molotov para el estómago.  Y de nuevo huir, lo peor… es que la huida no es la más grande. 
Este pequeño glaciar (que soy yo) tiene mil y una ideas suicidas y de escape que se ponen en marcha aleatoriamente.  Y me parece que la inercia va a mover la peor de todas. Ganas de potar venir a mí, todo sería más fácil. (Deja de leer esto joder, no sé hasta qué punto te puede trastornar o herir).

Dios, ¿por qué estoy tan sumamente loca? ¿Por qué el calibre de mis locuras a veces hay que medirlo en kilómetros y se queda corto? Y pensareis. Oh si, comete locuras, eres joven en las locuras está la esencia de la vida. Pero no, hay locuras que es mejor no cometer.  Y os aseguro que esta es la número uno de esa gran lista de cosas “Por no hacer”. Y nada, por motivos que ni siquiera yo misma entenderé la he acabado cometiendo y lo peor de todo es que ahora me encuentro dentro de un caótico bucle que ni yo entiendo ni creo que entienda en la vida. A eso se suman factores extras potenciados por recuerdos. Resumiendo no sé ni que mierda he hecho ni porque he decidido hacerlo con justo esa persona con la que tanto tengo que perder.  Me estoy volviendo loca. Encima ahora ese maldito invento llamado “whatsapp” me está incitando a un nuevo pecado, un pecado mucho menos capital pero que sería en realidad como método de limpieza del anterior. Y, ¿cómo peco de un nuevo pecado por el hecho de olvidar el anterior? Este bucle podría ser aún más caótico, sin fin y sin escusas.
Encima acabo de decir la mayor gilipollez y lo que no quería decir pero en el fondo pensaba:
-¿por qué te vas?
- Me voy antes  de que se haga de día
¿No os pasa que piensas; “no digas eso, no digas eso, no digas eso” y lo acabas diciendo? Pues vale cagada elevado al cubo, lo he acabado diciendo. Y vale, realmente es una tontería mentirme. Realmente es una tontería mentirte. Me conoces y a veces creo que mejor que yo. A partes iguales como la valorización (me valoras pero incluso más que yo). Y aunque te dijera la escusa más creíble en árabe tú sabes porque me he ido. Tu sabes mi nivel de saturación e incluso creo que puedes saber más de lo que yo sé incluso me tiento a preguntarte que será de mi mañana porque eso es algo que yo no sé pero que tú quizá intuyas o más o menos predigas. Y por predecir imagino un aluvión de dudas y de ralladas. Si ya es ahora y las noto sobre mi espalda, no sé qué será de mi mañana. O quizá sea pasto del hielo y simplemente congele este momento en la recamara de “los momentos que no deben ser nombrados hasta que este cuerpo se adapte”.
Y por un nuevo segundo me paro entre tanto borbotón de palabras y vuelvo a pensar. Locuras, locuras everywhere. Dios. ¿Cómo he sido capaz? Y ante la siguiente pregunta la de “¿será verdad que he hecho esto? Mis hinchados labios con esa sensación de haber besado no me dejan lugar a dudas.
¿Soy fácilmente influenciable? Quizá todo esto no tenga nada que ver con eso, o quizá sí.  Oh dios, por momentos pienso que me estoy volviendo loca y quizá esa congelación sea lo que más necesite. Si, quizá lo mejor sea guardar esto en esa estantería del congelador y olvidarlo. Quizá algún día cuando menos me lo espere salga y me pille por sorpresa o quizá no. Vale paro, esto no me lleva a ningún sitio, como a ningún sitio me llevó. Y creo que titularé a esto “las locuras de las noches de invierno”, lo  guardaré en la carpeta “necedades” a pesar de que sé que debería ocupar su sitio en la carpeta “material de blog” más que nada porque ya vale de ocultarse, aunque no me creo esta escusa porque a fin de cuentas y a pesar de las “x” palabras que lleve vertidas sobre esto aún no os he contado nada, y dudo que lo haga, nunca. A nadie. Miento, algún día lo haré pero no será aquí, ya es pasarse. Dios, estoy loca.

Son las 7 de la mañana y la pregunta “¿qué he hecho?” me sigue retumbando en la cabeza, cual asesina en serie.  Menos mal que no existen Horacios en España, me descubriría a la primera. ¿Mi delito? Siendo optimistas “vivir sin miedo” aunque no. No puedo presumir de eso. He oído tantas veces la expresión “no pienses, no pienses” esta noche, durante. Que digamos que en el fondo ha sido un dejarme llevar pero no del todo. Oh dios, repito. Me estoy volviendo loca.

-----------
Ahora sin pelos etílicos en mi lengua os cuento que ya tengo la sensación de que "nada es para tanto" que " a lo hecho pecho" y que las locuras están para cometerlas. Me reiré de aqui a un tiempo más de lo que lo hago ahora a veces. Porque no es más que eso "locuras" jaja.


domingo, 29 de enero de 2012

M u s i c a l m e n t e

Me gustaría tener un músico, que compusiera para mí minutos en forma de canciones, que supiera tocar miles de melodías sobre mi piel, afinara la guitarra de mi cuerpo. 
Me gustaría ser musa de aquel que no reconoce más allá de las partituras de esa melodía inacabada. Dar un gran concierto, con la banda sonora de nuestros gemidos como pieza principal. 
Comenzar no muy fuerte e ir in crescendo a medida que el concierto avanza.  Me gustaría hacer con él toda una gira por el mundo entero, recorrer mapas dentro de mi habitación y elegir los temas del próximo concierto con las estrellas como jueces principales. Me gustaría hacer las pruebas de sonido con el agua de la ducha cayendo sobre nuestras espaldas.

Me gustaría ser las teclas de ese piano que utilizas para relajarte, que cerrases los ojos mientras me disfrutas y que el sonido que salga de nuestras bocas sea pura melodía.  Que en las noches frías de invierno cuando nadie vaya a verte me hagas un concierto privado, que tenga acceso al backstage y allí saquemos los instrumentos de sus fundas, los afinemos y los preparemos para el próximo concierto. Que cuando la lluvia caiga hagamos un acústico en el salón al son del fuego de la hoguera.

Y la dirección de esto cambia a medida que las palabras avanzan quizá sean las ganas contenidas y almacenadas de poder hablar a un tú directo y no a  un él caótico… Podría haberlo cambiado, hacer concordar sujetos y formas verbales pero no me gusta matar la magia.


Quiero un músico que ponga banda sonora a mis tristes días de invierno. Aunque lo cierto es, que aún no prometo no cansarme y cambiar de CD.
Sería sumamente fácil hacer eso, realizar promesas que nunca cumpliré para recibir ciertas recompensas. Pero no puedo, soy egoísta pero no tanto. A veces juego a la venganza en nombre de mi ego pero suelo arrepentirme cuando yo creo que no es demasiado tarde, en ocasiones lo consigo pero en otras sin embargo… la acabo cagando soberanamente y el caótico bucle que acabo creando termina por torturarme. El karma se da la vuelta y me pega una bofetada.  Por otro lado recibo tortazos del pasado y de los recuerdos, de mis errores y de mis tropiezos y al final no sé cómo ni con que pretexto acabo recibiendo la paliza de mi vida.



viernes, 27 de enero de 2012

Los días raros

Vale, la misma casa, el mismo corazón (un poco más dañado quizá, con dos o tres tiritas y restos de más de una sutura), la misma ventana (con más motas de polvo quizá).
 No es un “déjà vu” es que lo he vivido antes realmente. Pero en otras circunstancias, otras fechas, otra edad, otras situaciones, otras emociones.

He vuelto a mi. De nuevo a indagar en ese yo tan oculto y oscuro a la vez. Reconozco que los cambios hormonales han hecho de las suyas, reconozco que no han sido mis mejores días.  Sobre todo y más bien noches, los días pasaban sin sentido pero las noches traían lo peor… el no sentido. No podía evitar que la soledad del día se me acumulase en las noches.
Lo han sabido, ha habido preguntas, aceptaciones inconclusas de mis escusas, también abrazos y besos, escuchas y palabras, ha habido consejos e intentos de distracciones. Y lo agradezco, pero no ha servido de nada bueno… de casi nada (y que haya un casi donde podría haber un nada es muchísimo), esos días llegan, se presentan de golpe cuando menos lo esperas, te sacuden, te atormentan, te abstraen y luego como llegaron, poco a poco se van. No se puede hacer nada… simplemente intentar “torearlos de la mejor forma posible”  y aprender de ellos. Siempre aprender, de todo. De todo lo que la vida pone ante nosotros. Siempre, aprender. Llevarse todo lo posible, todo lo que nos quepa en la maleta, como aquellos utensilios de hotel con los que siempre arrasamos. Llevarse todo, hasta las sábanas si es preciso. Pero es así… hay que aprender a vivir con ellos… con los días raros.


“Aún quedan vicios por perfeccionar en los días raros”
 –Vetusta Morla; Los días raros

P.D: He decidido poner un contador de visitas, porque no sabía si escribía para la nada. Es grato ver como aumentan y saber que alguien lee estas necedades (con cariño) pero es confuso ver como suben y no saber quien visita ese pensadero. XD. Dejad pistillas si os apetece. Pero siempre si os apetece.
P.D2: Si, se que pone “coches Madrid” o algo así debajo del contador. No le hagáis caso, no sé de qué narices va eso jaja. Quizá ni funcione y nadie se mete jaja.

martes, 24 de enero de 2012

aquí faltas TÚ


Me apetece pasear contigo y hacer el tonto. Me apetece jugar a ver quien toca más culos a la gente de la calle. Me apetece contigo rescatar globos del suelo y dárselos a niños que no tienen. Me apetece que me digas que no eche el pestillo cuando entre a la ducha, que entres al momento y hagamos el amor. Me apetece que estemos tumbados en la cama peleándonos por donde ponemos los brazos o cual será el que cortaremos porque molesta. Me apetece ayudarte a desenredar mi pelo de tu cara, a veces pienso que el desastre de mi pelo solo se arregla con el roce de tus manos. Me apetece que recordemos aquella calle de Nueva York y aquel día que íbamos corriendo bajo la lluvia. Me apetece que me abraces y me digas que apriete fuerte, que no deje de hacerlo. Me apetece que me aleje un milímetro y te acerques aún más. Me apetece verte dormir, que te despiertes, yo me haga la dormida y tú me preguntes si duermo y me des un beso. Me apetece verte cantar en el balcón de tu cocina que el vecino de enfrente mire y se ría, iniciemos un dúo y pensemos “la calle es mía”…

Hoy me apetece que domine este caos que es mi locura